La inflación en Argentina alcanzó un nivel no visto desde 1991. Foto: Agencia EFE
La súbita devaluación sufrida por la moneda de Argentina en agosto pasado, un día después de las elecciones primarias, empujó a la ya elevada inflación del país suramericano a su mayor nivel en poco más de tres décadas, dejando un escenario muy sombrío para los próximos meses.
Según informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el índice de precios al consumidor (IPC) se ubicó en agosto en 124.4 por ciento interanual.
En el octavo mes del año los precios al consumidor crecieron el 12.4 por ciento en comparación con julio, evidenciando una fuerte aceleración con respecto a la tasa promedio mensual de 6.9 por ciento que se había registrado hasta julio.
El salto mensual alcanzado en agosto fue, de hecho, el mayor desde febrero de 1991 (27 por ciento), dos meses antes de que Argentina adoptase el régimen de “convertibilidad” entre el peso y el dólar estadounidense tras la hiperinflación de 1989-1990.
Las subidas registradas en agosto fueron generalizadas.
Los mayores aumentos se dieron en los alimentos, con un alza de 15.6 por ciento en relación a julio y del 133.5 por ciento en términos interanuales, un dato preocupante, ya que tiene impacto directo en el valor de la cesta básica de alimentos que mide la línea de indigencia.
También se registraron fuertes aumentos en salud (15.3 por ciento), principalmente por los incrementos de precios de los medicamentos, y en equipamiento y mantenimiento del hogar (14.1 por ciento).
Si bien la elevada inflación es un fenómeno que lleva años en Argentina y los precios ya venían recalentándose con mayor fuerza en los últimos meses, el salto registrado en agosto está directamente ligado a la brusca devaluación del 22 por ciento que sufrió el peso argentino el pasado 14 de agosto.
El día anterior, Argentina había celebrado elecciones primarias con vistas a los comicios presidenciales de octubre y en ellas resultó la fuerza más votada La Libertad Avanza (ultraderecha) en un escenario de tres tercios -junto a la coalición opositora Juntos por el Cambio (centroderecha) y la oficialista Unión por la Patria (peronista)-.
La súbita devaluación en el tipo de cambio oficial, que el Gobierno de Alberto Fernández atribuyó a una exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), se tradujo de inmediato en un alza del valor del dólar en las cotizaciones paralelas que siguen muchos sectores de la economía para fijar precios en todo tipo de bienes y servicios.
“Los precios ya venían mostrando una aceleración desde la segunda quincena de julio, pero hubo un cambio adicional en la dinámica luego del salto de todos los tipos de cambios el 14 de agosto. Esto hizo que, comparando la última semana del mes contra la misma de julio, se verifique un alza de 14.7 por ciento, muy superior al dato promedio del mes”, observó la consultora C&T en un informe.
El golpe devaluatorio y su ola expansiva sobre la inflación movió al ministro de Economía y candidato a presidente, Sergio Massa, a establecer acuerdos de congelación de precios en alimentos, combustibles y servicios de salud, por ejemplo, y a suspender aumentos en tarifas de servicios públicos, buscando moderar las tasas de inflación en los meses venideros, que estarán marcados por los comicios generales de octubre.
Según los datos oficiales difundidos este miércoles, en los primeros ocho meses del año, la inflación ya acumuló un alza del 80.2 por ciento.
De acuerdo a los cálculos de diversos consultores privados, el salto de agosto deja un “efecto arrastre” de entre 4 y 5 puntos para el índice de inflación de septiembre, con tasas pronosticadas para este mes de entre 8.5 y 10 por ciento.
Para Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso, “la devaluación dio un salto en la nominalidad de la economía muy importante que probablemente persista de acá a fin de año”.
“Para peor, las expectativas de nuevas devaluaciones seguirán presionando al alza a las proyecciones de inflación y para fin de año estaremos pasando el 150 por ciento”, afirmó el experto.
De concretarse ese pronóstico, será la tasa más alta registrada en Argentina desde la hiperinflación de 1989-1990 y superará ampliamente el índice del 94.8 por ciento registrado el año pasado.
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