En los terrenos de la salud mental, existe una amplia variedad de trastornos mentales y del comportamiento que son diagnosticados a partir de una diversidad de síntomas o problemáticas. Muchos de los diagnósticos son elaborados de forma empírica (y están basados en la experiencia y en la observación de los hechos) para luego ser atendidos con un tratamiento adecuado. Sin embargo, en algunos diagnósticos, como las ansiedades y las depresiones, la sintomatología es tan similar que se piensa que un mismo tipo de terapia es útil para cualquier diagnóstico. La evaluación psicológica sigue procedimientos igual de variados, que hacen necesario utilizar procedimientos psicológicos basados en evidencia para asegurar la efectividad, eficacia y durabilidad de los tratamientos.
Son los aspectos comunes en el origen de los trastornos psicológicos que se plantea que los tratamientos deben tener un enfoque transdiagnóstico unificado y un modelo de triple vulnerabilidad en el diagnóstico previo.
Las investigaciones en ansiedad y en depresión señalan que existe una vulnerabilidad biológica, una vulnerabilidad psicológica generalizada y una vulnerabilidad psicológica específica. Quiere decir que las contribuciones genéticas y las experiencias negativas tempranas participan y son influidas por el estrés de la persona, por ejemplo, habrá como resultado probable síntomas característicos a la ansiedad o a la depresión. No solo se requiere de un elemento desencadenante como el estrés para crear un trastorno psicológico; las exigencias en la crianza, situaciones no gratificantes aprendidas y la no aceptación del grupo social parecen contribuir al desarrollo de alteraciones en la conducta de las personas.
En la clínica psicológica, los diagnósticos más encontrados son las ansiedades y las depresiones. Depende el tipo de cobertura de la institución de salud lo que hace que se registren más de unas que de otras, pero resulta muy común que las personas presentes síntomas para ambos diagnósticos o que, en algunos casos, evolucionen de uno al otro trastorno (traslape). Algunos autores, a partir de la triple vulnerabilidad y del transdiagnóstico unificado, consideran pertinente utilizar el diagnóstico de síndrome neurótico general y enfocarse al tratamiento de síntomas sobresalientes que las personas buscan regular, evitar o disminuir sin resultados favorables.
Los protocolos actuales de diagnóstico y de terapia coinciden hacia tres principios generales de cambio: modificar las creencias erróneas por los sucesos causantes de las emociones desagradables; impedir las respuestas inadecuadas que la persona utiliza en búsqueda de recuperar la tranquilidad, y reducir las angustias provocadas por la experiencia de crisis emocional. Todo parece enfocarse al trabajo de las emociones.
No todo es diálogo en una entrevista con el psicólogo. Este debe aplicar una psicometría diagnóstica enfocada a conocer la gravedad y el deterioro que presenta la persona, a causa de las emociones negativas que manifiesta, pero también a conocer su potencialidad para tener calidad y disfrute de la satisfacción en su vida. De igual forma, se requiere de la voluntad de la persona, ya como paciente, y su compromiso para participar en sesiones que van de 12 a 18 encuentros de una hora de duración. Esto último se adquiere en las primeras entrevistas.
Lo importante es que el profesional de la psicología y su usuario conozcan a detalle el trastorno presentado, origen y manifestaciones, y el modo de trabajo terapéutico. Un paciente nunca debe estar “a ciegas” en una terapia.
Hoy martes, por Coepsique Facebook Live, 7 pm, estaremos en ESCUCHA.
* Presidente del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro, AC