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Cuánto gané, cuánto perdí

Una vez que hayamos superado la coyuntura actual, nos caería de perlas emular a Pablo Milanés y preguntarnos: “Cuánto gané, cuánto perdí… / qué es lo que me ha hecho feliz / qué cosa me ha de doler”. Considerando que una coyuntura es la combinación de factores y circunstancias que caracterizan una situación en un momento dado, es evidente que hay tantas cosas en juego hoy que no sabríamos ni por dónde empezar.
Por fortuna, tenemos el poder de decidir si queremos hacer de la pandemia un pandemónium (o sea, un lugar de gran confusión y griterío) o mostrarnos dispuestos a hacer un corte de caja para reevaluar nuestro ser interior. Si optamos por lo segundo, tomemos en cuenta que una coyuntura se define también como la circunstancia adecuada para hacer o conseguir algo.
Sin saber cómo, hemos llegado a un cruce de caminos nunca antes transitado: uno nos conducirá a la meta largamente deseada (felicidad y plenitud) y el otro a la posible ruina. O, para decirlo en forma un tanto irreverente, imaginemos que es un domingo en la mañana y Chabelo nos invita a “hacer la catafixia”: ¿nos arriesgamos a canjear el premio en nuestras manos por uno que podría ser 10 veces mejor o peor? Si carecemos de valor, no tendremos derecho a preguntarnos después, con Milanés, de lo que pude haber ganado o perdido.
Águila Blanca, un jefe sioux, se refiere a los tiempos actuales como un portal y un agujero a la vez. “La decisión de caer en el agujero o pasar a través del portal -revela el maestro- dependerá de ustedes”. Caer en el agujero sería dejarnos llevar por el desánimo y el pesimismo. Pasar a través del portal es, en cambio, llenar nuestro corazón de júbilo, para vibrar así en la plenitud y el amor.
Trascender el portal supondría también hacer uso de nuestra fortaleza interior para hacerle frente a la ansiedad y el miedo. Eckhart Tolle, autor del libro “El poder del ahora”, nos pregunta: “¿Y tú por qué sientes miedo? El miedo es una forma de pensamiento que te proyecta hacia algún momento futuro, pero no es tu presente; porque si fuera tu presente, descubrirías que en este momento no hay nada que temer”. Nos recuerda la parábola bíblica del hombre sabio que edificó su casa sobre la roca, a diferencia del insensato, que construyó la suya en la arena. Es evidente que solo una de ellas se mantuvo incólume tras la llegada del vendaval. “La casa -agrega Tolle con parsimonia- eres tú”.
Visto de esta manera, el vendaval que ahora nos azota representa la inigualable oportunidad de poner a prueba la solidez de la casa que somos: ¿nuestros cimientos son profundos y sólidos o, por el contrario, superficiales y endebles? Si son superficiales, el miedo y la ansiedad nos podrían arrastrar, pero si son profundos, nuestro elevado nivel de conciencia nos facultará a salir adelante. “Vivimos un tiempo de gran oportunidad -concluye el maestro Tolle-, no lo desperdicies”. O, para decirlo en términos del jefe Águila Blanca, en ti está trascender el portal o caer en el agujero. La situación actual, no lo olvidemos, es la coyuntura ideal para optar por lo primero.

Raúl González Pinto

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