Los impactantes testimonios de los sobrevivientes del COVID-19 han empezado a circular en la prensa. Haberse recuperado es ya, de por sí, una excelente noticia. Sin embargo, las pesadillas los acompañarán el resto de sus días. Es el caso del cardiólogo italiano Fabio Biferali, quien tras ocho días de internamiento, confiesa: “Tenía miedo de morirme sin haber podido aferrarme a las manos de mis familiares y amigos… caí en la desesperación”. Con un cuadro de neumonía en ambos pulmones, la británica Karen Mannering vivió momentos de angustia en la soledad de su cama de hospital: “Fueron momentos de terrible soledad y enorme oscuridad; tenía miedo de morir y mi familia ya estaba preparada para lo peor”.
Para algunos, volver de las puertas de la muerte los hizo regresar transformados. Wan Chunhui, uno de los sobrevivientes de Wuhan, refiere: “El mayor cambio en mí ha sido la manera en que ahora veo las cosas”. A Jess Marchbank, el haber llegado a los límites le enseñó esta lección: “Aprecia estos momentos; besa a tus hijos; llama a tus abuelos; demuestra a la gente que la amas, que estás ahí, que los extrañas y te preocupas por ellos”. Joshua Dopkowski, otro de los sobrevivientes, reflexiona: “El mundo entero necesita ir más despacio… No tenemos que movernos siempre tan rápido, viajar tanto y consumir tanto”.
Otros, por desgracia, no vivieron para contarlo. En su libro “Los cinco mayores arrepentimientos expresados por moribundos”, la enfermera australiana Bronnie Ware narra las lamentaciones que escuchó, a lo largo de los años, de los enfermos en su lecho de muerte:
1) SE HABÍAN PASADO LA VIDA TRATANDO DE COMPLACER A LOS DEMÁS. Comenta la autora: “Este fue el arrepentimiento más común que escuché. Cuando la gente se da cuenta de que ha llegado al fin de su existencia, mira hacia atrás y cae en la cuenta de todos aquellos sueños que dejó sin cumplir… (estas personas) no habían hecho realidad ni siquiera la mitad de sus sueños… entendían demasiado tarde que sus decisiones no habían sido las correctas”.
2) “¡DESEARÍA NO HABER TRABAJADO TANTO!”. Nos pasamos la vida consagrados a nuestras obligaciones laborales y alzamos los hombros para justificarnos: “Ya luego me repondré,” o “hay más tiempo que vida”. Sí, pero qué sucederá en el momento que la vida llegue y nos avise: “No sé tú, pero yo ya me voy”.
3) NO HABÍAN SABIDO MANIFESTAR SUS VERDADERAS EMOCIONES. Muchos se lamentaban haber traicionado sus verdaderos sentimientos, situación que los había llevado a contraer enfermedades surgidas de la amargura y el resentimiento.
4) HABÍAN DESCUIDADO A SUS AMISTADES. Les habían perdido la pista a sus amigos de épocas pasadas y caían en la cuenta de que era demasiado tarde para encontrarlos. Apunta Ware al respecto: “Todos echan de menos a los amigos cuando se están muriendo”.
5) NO HABÍAN SABIDO SER FELICES. En el ocaso de sus vidas, se arrepentían de no haber reído más ni haber hecho las cosas con más espontaneidad y ligereza.
Con coronavirus o no, a todos nos llegará, tarde o temprano, el momento. ¿Hay algo de lo que te arrepentirías en este momento de tu vida? Tú y yo lo sabemos, nunca es tarde para empezar.