Puede resultar atrevido hacer vaticinios respecto a la posición que tendrá el mercado inmobiliario en la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro después de esta pandemia. El virus, pareciera, vino a recrudecer los primeros efectos de una crisis que ya daba señales en un mercado sobre ofertado.
Del buen ritmo que se llevaba en 2016-2017 pasamos a la ralentización que sufrió el sector en 2018 prácticamente en todo el país debido al proceso electoral, para luego en 2019 resentir los efectos de, entre otros factores, la saturación de algunos segmentos de mercado como el de departamentos, aunado a la falta de confianza del mercado en general respecto a los escenarios financieros macros de la 4T. Las ventas bajaron seriamente, las cancelaciones se volvieron una constante que colmó de trabajo a corredores y financieros para encontrar alternativas con creatividad. El punto era no dejar ir al cliente ante los indicadores recesivos.
No obstante, la ZMCQ mantenía un ritmo que otras urbes envidiaban y 2020 se veía con entusiasmo ante la expectativa de un repunte del ritmo de ventas sostenido que dejara atrás los meses difíciles. Los inversionistas estaban en el proceso de asumir el desfasamiento de las tasas de retorno, cuando apareció el micrométrico enemigo del contacto social elemental en la promoción inmobiliaria Don Covid-19 y paró el mercado.
Pago de nóminas y contribuciones sin ventas. A los trámites de por sí típicamente lentos, hoy detenidos o casi detenidos debido a las guardias burocráticas, se suma la precaución de un mercado que ha preferido guardarse el dinero hasta que el panorama mundial, nacional y local se aclare, en un mar de información contradictoria, desaciertos y mucha confusión. No pinta nada fácil ni hay una estimación efectiva de cuándo podrá retomarse el ritmo.
El aplazamiento del pago del ISR decretado esta semana. La medida tomada en materia del impuesto sobre nóminas aquí en Querétaro y la extensión de plazos para renovar licencias y otros procedimientos que han tomado los municipios caen bien, pero se antojan insuficientes si las empresas no hacen de esta obligatoria pausa un evento reflexivo, pues además habrá que ser eficientes ante la posibilidad de que los valores comerciales podrían ajustarse a la baja por el orden de un 20 a un 25 por ciento.
Sin embargo, debemos declararnos optimistas. Las básicas fortalezas del mercado inmobiliario queretano seguirán ahí: indiscutible posición geográfica, infraestructura de parques industriales, sectores de punta consolidados, universidades especializadas, así como la buena percepción de seguridad pública que tiene nuestra ciudad (y que se habría de cuidar cual oro puro), porque eso nos permitirá en el mediano plazo reponer la inercia de atracción que hoy toma una siesta obligatoria.
Aprenderemos nuevas lecciones sobre finanzas sanas, revisaremos criterios de riesgo y retomaremos buenas prácticas administrativas. No hay mal que por bien no venga, decían los abuelos.
¿Qué sigue? Aquí lo iremos ensayando.