Los 5 de junio de cada año se celebra el día mundial del medio ambiente, como conmemoración del inicio de la primer gran cumbre en materia de medio ambiente, dicha conferencia se realizó en Estocolmo, Suecia, del día 5 de junio al 16 de junio de 1972 y que trajo consigo la creación de la “Declaración de Estocolmo”, en donde se convinieron criterios comunes entre las naciones asistentes, a fin de atender una agenda por demás importante para la conservación del planeta.
Hoy, 5 de junio de 2020, la 4T necesita urgentemente un cambio de inflexión en las políticas públicas de protección al ambiente, pues la retórica que se está siguiendo, puede ser todo, menos amigable con los ecosistemas.
Así, las últimas tres semanas han sido una muestra clara que los “mega proyectos” de la Administración, así como el rescate de las empresas productivas del Estado, siguen un paralelo opuesto al que tiene que ver con los compromisos internacionales asumidos en 2015 (Acuerdo de París) y 2019 (Cumbre sobre la Acción Climática) para efecto de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y la consolidación, promoción y desarrollo progresivo de las energías renovables.
Dado lo anterior, entre la inauguración por parte del Presidente de las obras del Tren Maya en el tramo Izamal- Cancún, el Acuerdo por el que se establece la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, así como la continuidad del proyecto de Dos Bocas y la constante inyección de capital a PEMEX, configuran una novela casi trágica del abandono que resienten las políticas ambientales en el país.
Particularmente, el golpe devastador que sufrieron los proyectos de energías renovables el pasado 15 de mayo, puso el clavo en el ataúd de un país que demuestra pleno desinterés en las consecuencias de la quema de combustóleo para la generación de electricidad, en detrimento de la energía solar con amplio margen de desarrollo en el noroeste mexicano.
Pareciera ser que el contexto de las crisis ocasionadas por el coronavirus y las caídas históricas en el precio del crudo mexicano, más allá de ser factores para que entráramos en un nuevo paradigma energético-ambiental, fueron un pretexto perfecto para seguir centralizando el sector energético, lateralizando aún más a los incipientes proyectos de energías limpias que se han desarrollado o aquellos que pretendían desarrollarse en el Sistema Eléctrico Nacional, lesionándolos de manera casi mortal, al no encontrar certidumbre de que sus inversiones pudieran recuperarse en algún momento.
De este modo, lo que es seguro es que con las políticas públicas en materias energética y económicas asumidas por el Gobierno Federal, no lograremos reducir el 22% de emisiones de Gases de Efecto Invernadero para 2030 como nos comprometimos en París, ni tampoco lograremos que el 35% de la electricidad que consumimos provenga a partir de fuentes limpias conforme a la Cumbre Climática de 2019.
Por ello, es urgente que el Ejecutivo recapacite y logre implementar políticas públicas que favorezcan la conservación de los ecosistemas y que logren mitigar la concentración y emisión de contaminantes a la atmósfera a través de energías renovables. En fin, celebremos el día de la tierra desde nuestras trincheras, respetemos nuestro hogar.
Lic. Daniel Alejandro Bocanegra Osornio.
Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro.
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