La pandemia de la COVID-19 sigue su curso y la población se va acomodando en la siguiente fase de las medidas de confinamiento que las autoridades han impuesto, aunque sabemos que no toda la población ha seguido las recomendaciones al pie de la letra, unos por desconocimiento, otros por decidía y muchos más por franca rebeldía o escepticismo.
Ha sido, hasta el momento, una lucha entre la ciencia y las creencias, entre los “otros” y los “nosotros”, entre la manipulación y la inconformidad, y muy pocos se han enfrentado contra el nuevo coronavirus y salir adelante. No quiero decir victoriosos, pues la COVID-19 dejará estragos a la salud y a las capacidades cognitivas en las personas. Aquí la lucha no ha terminado. En un país de 130 millones de habitantes, el contagio ha llegado por azar y muchos no llegarán a vivirlo en lo que resta de su vida. Esto hace pensar que las nuevas medidas que se tomarán para “lograr la libertad” cotidiana seguirá siendo un fenómeno discriminatorio. Algunos sectores de la población (rural y suburbana) no cambiarán las medidas de prevención y protección, pues poco las modificaron en esencia. Serán zonas de “alta desconfianza social” que sí modificarán el comportamiento de consumo y subsistencia. La fuente de obreros y trabajadores para las fábricas será evaluada por los empleadores y se seleccionará a lo más rentable (mayor rendimiento y menor salario). No soy el experto en economía, pero sí en el consumo de bienes y servicios, y me doy cuenta de que el etiquetado en las tiendas departamentales y las tarifas de algunos servicios tienen una tendencia de peligroso aumento. Muchos empresarios, comerciantes y prestadores de servicio encontrarán la manera de recuperar pérdidas en el menor tiempo posible.
¿Qué tenemos que hacer los ciudadanos comunes y corrientes ante la “normalidad” que viene? Recordemos: 1) fijarnos en dónde andamos y pisamos para asear los zapatos al llegar a casa; 2) adquirir un síntoma del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y tener siempre a la mano el jabón de nuestra preferencia; 3) utilizar el cubrebocas más resistente para que las quejas no contaminen a los líderes de manipulación comportamental; 4) utilizar gafas especiales para que la realidad que veas a tu alrededor no afecte los sentimientos de tu conciencia social; 5) conseguir un corsé especial de “distanciamiento social” para alejar las expresiones de amorosidad y deseo de tu familia, amistades y otras personas, y, 6) cambia de estilo de vida. Sé otra persona.
El futuro no será como antes. Las normalidades irán cambiando y la realidad seguirá siendo la misma. Aprendimos a darnos cuenta de que los gobiernos se equivocan y que, cuando actúan en beneficio de los ciudadanos, muchos salen perjudicados. Los protocolos, normas y reglas de convivencia fomentarán nuevas personalidades, ejemplo: “dime cómo utilizas el cubrebocas y te diré quién eres y cómo piensas y a dónde tienes que irte”. No faltará el psicólogo que invente un nuevo ‘test’ (Figura Humana con cubrebocas) y se utilice en el proceso de Selección de Personal.
Por lo pronto, la invitación es ya un mandato presidencial: salir de casa y recuperar la libertad. Como si tener miedo, estar en cuarentena, sin empleo y sin clases no haya sido una libre decisión. Si no fue así, ya tenemos un responsable.
Línea telefónica para solicitar una atención psicológica, sin costo, por los efectos del confinamiento: 442-186-5929.
* Presidente del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro, AC
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