Desaparecer el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) -para que sus funciones sean absorbidas por la Secretaría de la Función Pública- sería una de las peores metidas de pata que el presidente López Obrador podría cometer.
Pero su testarudez e ignorancia le impiden ver la magnitud de la regada y las consecuencias que acarrearía; y solo ata a decir: “¿Qué?, ¿no puede la Secretaría de la Función Pública hacerse cargo de eso?”.
¡Y no, la Secretaría de la Función Pública no está para eso!; pero su corta visión de la realidad, el desconocimiento de la Constitución que protestó guardar y hacer guardar, así como su altivez, le imposibilitan para caer en la cuenta del retroceso que en materia de derechos humanos, federalismo y sistema de contrapesos, esto implicaría.
Porque ¿en serio pretende que la Función Pública (cuyo titular es nombrado y removido libremente por él; y con el mal desempeño que hemos visto de la actual secretaria, Irma Eréndira Sandoval) tenga competencia, como ordena el artículo 6 de la Carta Magna: “para conocer de los asuntos relacionados con el acceso a la información pública y la protección de datos personales de cualquier autoridad, entidad, órgano u organismo que forme parte de alguno de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, órganos autónomos, partidos políticos, fideicomisos y fondos públicos, así como de cualquier persona física, moral o sindicatos que reciba y ejerza recursos públicos o realice actos de autoridad en el ámbito federal”?
¿En verdad, un subordinado del Ejecutivo federal invadirá la esfera de los poderes Legislativo y Judicial, de los partidos políticos y los sindicatos; y “conocerá de los recursos que interpongan los particulares respecto de las resoluciones de los organismos autónomos especializados de las entidades federativas que determinen la reserva, confidencialidad, inexistencia o negativa de la información”, como mandata el mismo precepto constitucional? ¡De ahí la importancia de la autonomía de la que el Instituto goza hoy! ¿Que debe perfeccionarse y limpiarse?, ¡adelante… pero no desmantelarlo!
De llevar a cabo su objetivo, sus clichés de “la austeridad republicana”, “del gobierno mantenido y bueno para nada”, de que “todo fue una farsa”, de “que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, y de que “todos estos aparatos administrativos los crearon para simular que se combatía a la corrupción, para simular que había transparencia, para simular que no había impunidad” no le alcanzarán para esconder el escenario de concentración de poder, desarrollo de un régimen totalitario y retroceso democrático en el que sumergirá a México…
Porque llegar al punto en el que el país se encuentra hoy, en términos del reconocimiento al Derecho a la Información y su reglamentación, requirió de una lucha de 20 años por parte de organizaciones de la sociedad civil, académicos y periodistas; entre cuyos principios fundamentales estaba no solo la defensa de este derecho universal, sino precisamente la creación de un organismo autónomo para promover la apertura y resolver las controversias en la materia; además de la promoción del federalismo.
Si embargo, hoy, el presidente de la coalición “Juntos Haremos Historia” se encamina a cubrir de nuevo el territorio nacional con el manto de la secrecía, la discrecionalidad, la impunidad en el uso de la información pública y la protección a funcionarios; por eso, el desaparecer el INAI es una mala, muy mala idea. De seguir adelante, entonces él y la 4T deberán pagar las consecuencias de su osadía.