La semana pasada, los gobernadores del PAN informaron que habían propuesto al Gobierno federal que la vacunación contra el Covid-19 fuera suministrada por el Sistema Nacional de Vacunación, mediante los 32 consejos estatales.
“Recibimos el compromiso de la Secretaría de Gobernación de convocar a un diálogo nacional para aprovechar al máximo el marco legal, las instituciones, la infraestructura y la experiencia del Sistema Nacional de Vacunación. A la fecha (martes 19 de enero), no hemos recibido respuesta”.
La preocupación de los panistas radica en que el Gobierno federal “privilegia” la presencia de promotores sociales y personal de seguridad, en lugar de médicos y enfermeros capacitados.
Las brigadas están conformadas por 12 personas: un promotor de Bienestar, un promotor de “Sembrando Vida”, un promotor de “La Escuela es nuestra”, un promotor de “Becas Benito Juárez”, dos promotores de “Servidores de la Nación”, un médico, una enfermera o enfermero; y cuatro miembros de las Fuerzas Armadas. Es decir, solamente dos integrantes son personal de salud.
También les inquieta ─aseguraron─ que en la segunda etapa de vacunación en la que serán atendidos los adultos mayores, “las vacunas se apliquen en lugares que no son centros de salud y que, por consiguiente, carecen de la sanidad, el equipamiento, los suministros y el personal adecuado (…) en caso de presentar molestias o reacción a la vacuna”.
Más allá de la motivación político-electoral que seguramente hay en los panistas, al igual que en los morenistas -e independientemente de que los estados pudieran adquirir, en quién sabe cuánto tiempo, sus propias vacunas- un sinnúmero de preguntas legítimas surge en este contexto:
¿Por qué emitir una Política Nacional de Vacunación contra el virus Sars-Cov-2 con un endeble respaldo jurídico (porque la verdad fue de risa la publicación en el Diario Oficial de la Federación de que el medio de difusión de dicha política sería un sitio web, y no precisamente este periódico; que para eso existe)?
¿Por qué desdeñar al Consejo Nacional de Vacunación y las funciones que la propia le ley le da?
¿Por qué no aprovechar la estructura de los sistemas estatales?
¿Por qué “agandallarse” una labor que requiere el esfuerzo y la participación de todos?
¿Tiene la Guardia Nacional facultades legales para participar en campañas de vacunación?
¿Por qué usar a los “siervos de la nación” cuando hay un antecedente en la Sala Regional Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), de que “la entrega de programas sociales por personal de la Secretaría de Bienestar del gobierno federal constituyó propaganda gubernamental con elementos de promoción personalizada y uso indebido de recursos públicos”, y que fue identificable el nombre del presidente López Obrador en la indumentaria que portaban, así como la mención de logros cumplidos en diversas frases y discursos emitidos durante la entrega?
…Y para todos estos cuestionamientos hay una sola respuesta: ¡Porque al señor presidente le da la gana!
En 2014, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) realizó ─a petición de nuestro país─ una evaluación internacional del Programa Nacional de Vacunación Universal (PVU), en el que legalmente participan dependencias y entidades de la administración pública, tanto federal como local.
Entre las conclusiones de los expertos en inmunización que intervinieron ─y que pueden ser consultadas en www.paho.org─ destacan las siguiente: 1) El PVU de México es altamente reconocido y prestigioso, 2) La población acepta y confía en las vacunas, 3) El esquema de vacunación es muy completo y abarca toda la línea de vida y 4) Se ha mantenido la eliminación y el control de las diferentes enfermedades prevenibles por vacunación (EPV)….
Sin embargo, AMLO está empeñado en devaluar la participación de los gobiernos locales y establecer sospechosamente sus propias “brigadas especiales”.
Por ello, simplemente dejaré aquí una de las frases que Joe Biden pronunció en su toma de protesta, la semana pasada… y luego me iré lentamente:
“Tenemos que poner fin a esta guerra civil que enfrenta al rojo con el azul, a lo rural con lo urbano, a los conservadores con los liberales. Podemos hacerlo si abrimos nuestras almas en vez de endurecer nuestros corazones, si mostramos un poco de tolerancia y humildad, si estamos dispuestos a ponernos en el lugar de otra persona solo por un momento”.