Cambiando canales en la tele, me encontré esta semana con una de esas fascinantes conversaciones que sostuvo Octavio Paz con artistas e intelectuales en los años 80, sobre variados temas literarios y filosóficos. En esta en particular, el maestro hablaba de sus andanzas en España, en tiempos de la Guerra Civil, en donde convivió con otras luminarias que apoyaban la causa republicana.
Independientemente del saber enciclopédico de este mexicano universal, lo que me atrapó en la referida conversación fue su evidente fascinación por el conocimiento, reflejada en su discreta sonrisa, y su hablar pausado, al hablar de aquello que tanto le apasionaba.
Viene lo anterior a cuento, pues el crítico literario Harold Bloom incluyó a nuestro paisano en su libro “Genios: un mosaico de 100 mentes creativas y ejemplares”, en el que documenta la vida y trayectoria de personajes de la talla de Mahoma, Sócrates, Platón, Cervantes, Shakespeare, Freud, Goethe, Nietzsche, Virginia Woolf y Borges. Haciéndole merecida justicia, Bloom argumenta que el nativo de la ciudad de México merece ser reconocido como el genio de su ciudad y su nación. “Paz era un poeta-profeta -esgrime Bloom-, un genio que deseaba desesperadamente fusionar la poesía y la vida”.
Si bien Bloom profesa su admiración por los hombres y mujeres incluidos en su libro, también admite lo difícil que le resultó determinar quién merece ser etiquetado como genio de la lengua y quién no. “El descubrimiento de lo extraordinario en otra persona -señala- puede ser engañoso o delusorio”. Lo que sí le resulta claro es que los genios han engrandecido la conciencia de la humanidad, de ahí que hayan llegado a la trascendencia transitando con pie firme por el sendero de la sabiduría intemporal.
Otro autor que ha abonado al tema de los genios es Craig Wright, con su libro “The hidden habits of genius” (Los hábitos ocultos de los genios), cuya edición en español saldrá a la venta a finales de año. Wright es un catedrático de la Universidad de Yale, en donde es profesor del curso “Los cerebros de los genios”. Curioseando en Internet, encontré el programa que sigue su materia, en la que aborda el perfil de figuras tan disímbolas como Da Vinci, Newton, Freud, Beethoven, Mozart, Steve Jobs y Andy Warhol.
En consonancia con Bloom, Wright reconoce que hablar de los genios es asunto delicado, pues no existe un consenso sobre quiénes deberían ser considerados como tales. Señala, por ejemplo, que existe un notorio sesgo para incluir en dicha categoría a hombres blancos, de origen anglosajón o europeo. De ahí que haya pocas mujeres o individuos de otros grupos étnicos, a quienes se les ha otorgado dicha distinción, si bien -por fortuna- las cosas han empezado a cambiar. Es el caso de Virginia Woolf, la escritora británica, quien logró convertirse en una figura significativa en la sociedad literaria de Londres, a pesar de que sus padres le prohibieron asistir a la escuela, a diferencia de sus hermanos, quienes fueron enviados a la Universidad de Cambridge.
De cualquier manera, el profesor Wright incluye en su libro su propia definición de genio, la cual te compartiré, junto con otros interesantes datos, en la siguiente entrega.
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