“Dicen que nos dan 48 horas, yo le digo al INE que también su tiempo está contado, su tiempo está contado porque el INE se tiene que ir y va a caer. ¡Va a caer, va a caer, el INE va a caer!” declaró -envalentonado y sin poca ni más vergüenza- Félix Salgado Macedonio, después de que el Instituto Nacional Electoral (INE) había confirmado la cancelación de su registro como candidato a gobernador de Guerrero.
Pero ya antes -en febrero de 2019, en su calidad de senador de la República- había amagado y bravuconeado con ¡desaparecer la mismísima Suprema Corte de Justicia de la Nación!; a propósito de los salarios de los ministros.
“Si no se ajusta a lo que dice la ley, porque están obligados a eso, estaremos aquí planeando la desaparición de la Corte. De plano, claro que por supuesto que sí”, advirtió.
La semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador -sin el menor empacho, tras ser cuestionado sobre la decisión del INE, de quitarle a Salgado Macedonio la candidatura- propuso que el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TEPJF) sujetara su función jurisdiccional ¡a una encuesta telefónica!… casi casi cual Poncio Pilatos, quien como praefectus y administrador de la justicia en la provincia romana de Judea, dejó que la multitud decidiera si Jesús debería ser absuelto o crucificado:
“Sería muy sencillo, ahora que hay sistemas de estos de teléfono, ¿cómo se llama?, los call center que hoy y mañana el tribunal con una empresa especializada hiciera una encuesta en Guerrero y le preguntara a todos, a todos: ‘¿Quieres que participe este candidato o no?, ¿se le da la oportunidad de participar?, ¿se le acepta el registro o no?’, y hacer lo mismo en Michoacán, y estoy seguro que la gente va a decir: ‘Que participe’, aun los que no van a votar por ellos, porque no se debe de descalificar. En la democracia es el pueblo el que tiene la última palabra siempre”.
El jueves pasado, en el Senado de la República fue ampliado -en forma inaudita y contraviniendo la Constitución- el periodo de Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); lo que fue calificado por la oposición como una “albazo” y un “agandalle” de Morena y sus aliados.
Así las cosas, y más allá del final que cada uno de estos temas tenga en particular, cabe preguntarse ¿acaso a la 4T no le importan las leyes y las instituciones?, ¿los militantes de Morena creen estar por encima de estas y por ello se las pasan por el arco del triunfo?, ¿es decir que salimos del terrible escenario “neoliberal y corrupto” para entrar a uno despótico, tiránico y absolutista… más peligroso aún?
¡Pobre México, pobres de nosotros los mexicanos… la bandera nacional debería ondear a media asta!
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