Uno de los sectores sociales que más preocupa a las autoridades y que, por su conducta, genera angustia a los padres, es el de los adolescentes. Desde tiempos de Platón, los menores han sido señalados como conflictivos y problemáticos para la sociedad. Uno de los 10 Mandamientos de Dios, dados a Moisés en el monte Sinaí, señala: “honrarás a tu padre y a tu madre, para que tu vida se alargue en la tierra que yo, el Señor tu Dios, te doy”; suponiendo que en ese tiempo los hijos eran en verdad un gran problema para sus progenitores.
Los adolescentes son también, para muchos, la esperanza de un mundo mejor, poseedores de capacidad de liderazgo, desarrollo e innovación, aunque eso se ha escrito desde hace 30 años y los adultos maduros de ahora han dejado mucho que desear, sobre todo en coincidir con los adolescentes de hoy. Ante lo difícil que me resulta ver el futuro, a 15 y 30 años, supongo que las, los y les adolescentes tendrán una personalidad increíble de creer, novedosa y cambiante.
En estos tiempos de pandemia, los adolescentes han sido los eternos olvidados, guardados en casa y con importantes afectaciones. Cuando un joven ha tenido la fortuna de salir de casa, uno de los destinos ha sido el consultorio del psicólogo, para hablar de ansiedades, depresión, introversión, mutismo selectivo, desinterés escolar, ideación de muerte, duelos en proceso, trastorno de alimentación, alteraciones del sueño, mala conducta, rebeldía, música coreana, redes sociales, videojuegos, maltrato, traiciones de amistades, bisexualidad no ejercida, mascotas y prendas de vestir. El futuro está parcialmente contemplado.
Otro gran problema para ellas y ellos ha sido la limitación de acceso a servicios institucionales de salud mental y la escasez de profesionales médicos y psicólogos especialistas en adolescencia. Y es que en lugar de que sean atendidos por un adolescentólogo, siguen visitando al médico pediatra, experto en bebés, niños y niñas. Pero lo más crítico es que no todos los profesionales tienen el gusto de trabajar con adolescentes, pues la falta de motivación, preparación técnica, calidez, sentido del humor y estricta confidencialidad, provoca el rechazo inmediato del adolescente para expresar todo lo que siente y piensa.
Conocer las tres realidades de los adolescentes (realidad cotidiana, realidad virtual y realidad psíquica) se ha convertido en una tarea muy complicada a la hora del proceso diagnóstico y tratamiento psicológico. Los padres lo saben perfectamente por lo complicado que ha sido para ellos identificar y atender sus necesidades, y evitar, de manera temprana, trastornos psicológicos.
La adolescencia requiere consolidar una identidad para que la personalidad tenga una adecuada definición, pero tiene que afrontar una serie de complicaciones de su acelerado ciclo de vida, sobre todo con el desprendimiento a los padres, definir una plena autonomía y consolidar un futuro en su presente. No solo el adolescente tiene que lograr un adecuado vínculo con su psicólogo, maestros y líderes temporales, también los padres requieren estar alineados con el proceso de maduración, pues no se trata de ajustarnos a los requerimientos de ellos para cambiar esta Generación Z (zillennials, millennials), la Generación A (alpha) y la próxima Generación T (táctil, tecnológica) y la futura Generación S (sobrevivencia).
* Psicólogo Clínico (UAQ), coordinador de área en Salud Mental y Psicológica de IXAYANA y psicólogo clínico adscrito al Hospital General Regional del IMSS-Querétaro. Ver otras colaboraciones de Saber de-mente.
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