Reforma energética y cambio climático

El pasado 1 de octubre, el presidente presentó ante la Cámara de Diputados su iniciativa de reforma constitucional en materia energética, particularmente enfocada en el sector eléctrico. De concretarse, esta iniciativa reformaría los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, y prácticamente borraría la reforma energética de 2013, que abrió el sector eléctrico a partir de la apertura del Mercado Eléctrico Mayorista.

Entre otras cosas, de ocurrir esta reforma, sucederán las siguientes cosas: 1) la Comisión Federal de Electricidad (CFE) volvería a ser la regente del sector eléctrico mexicano; 2) la Comisión Reguladora de Energía desaparecería; 3) en lo general se cancelarían los contratos de generación de energía; 4) desaparecerían los Certificados de Energía Limpia, aquellos creados como un mecanismo de mercado para obligar a que las empresas generadoras de energía tuvieran que apostarle a la transición a fuentes de energía limpia; 5) CFE tendrá que generar al menos el 54 por ciento de la energía que se consuma en el país.

La iniciativa pinta para ser una catástrofe en caso de aprobarse. Olvide usted la libre competencia, esta medida será una violación a los derechos de propiedad de aquellas personas y empresas que confiaron en el clima de inversión del país y sus instituciones, y que desde hace años decidieron invertir miles de millones de dólares en nuestro sector eléctrico, que, dicho sea de paso, ha pasado en estos años de ser uno de los sectores más prometedores de la inversión energética global a ser un riesgo total. A eso de cancelar contratos a punta de plumazos se le llama expropiación indirecta. Y aunque aquí la Constitución no les reserve indemnizaciones a esos casos, ya veremos cómo aparecerán las demandas de arbitraje de inversión.

Ambientalmente es inexplicable. CFE, que de momento produce el 38 por ciento de la energía que se consume en el país, tendrá que elevar este porcentaje hasta alcanzar el 54 por ciento, y como esto no sucede de un plumazo, aunque haya quienes piensen otra cosa, probablemente tendrá que hacer uso de fuentes cuyos efectos ambientales son mucho más dañinos por sus niveles de emisión de gases de efecto invernadero.

Y encima, desapareciendo los Certificados de Energía Limpia, también de un plumazo eliminarán el incentivo de producir energía a partir de energía limpia y, con ello, nos alejarán cada vez más de cumplir con los compromisos adquiridos por México en el Acuerdo de París.

Si usted se pregunta porqué debería importarle todo esto, lo invito a que volteé a ver las lluvias del fin de semana pasado en Querétaro y tenga muy presente que esa fue una de las primeras cartas de presentación del cambio climático en nuestro estado.

Si al presidente no le vale gorro el cambio climático, y con ello el futuro de tantas generaciones de mexicanos, entonces, más allá de ideologías, no quedan claras estas ocurrencias.

Desde aquí un aplauso al esfuerzo que representará la Agencia Estatal de Energía y el mayor de los éxitos y buenos desempeños a las autoridades que asumen cargos en cuestiones ambientales en esta administración que comienza en el estado.

*El autor es maestro en Derecho Ambiental y Políticas Públicas por la Universidad de Stanford, y socio en Ballesteros y Mureddu, S.C.