Como apuntaba aquí la semana pasada, el desarrollo sostenible tiene como propósito satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin poner en riesgo las posibilidades de las generaciones en puerta. Para ello, se centra en tres factores clave: sociedad, economía y medio ambiente.
Puesto en la agenda mundial en una Cumbre de las Naciones Unidas celebrada en 2015, el desarrollo sostenible depende para su realización exitosa de 17 objetivos, cuyo plazo de consecución se ha fijado para el 2030. Sin embargo, su cumplimiento se ha visto entorpecido por la pandemia en el último año y medio. De acuerdo con Liu Zhenmin, secretario general adjunto de asuntos económicos y sociales de la ONU: “Las personas más pobres y vulnerables tienen un mayor riesgo de infectarse con el virus y cargan con la peor parte de las consecuencias económicas”. A pesar de ello, considera que la resiliencia, la adaptabilidad y la innovación aportan un cierto grado de optimismo en medio de la desesperanza.
Los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) ofrecen, pues, una hoja de ruta para una serie de cambios transformadores que no acaban de llegar. Entre estos se encuentra el fortalecimiento significativo de los sistemas de protección social y servicios públicos, incluidos los sistemas de salud, la enseñanza, el agua, el saneamiento y otros servicios básicos; el aumento de las inversiones en ciencia y tecnología y la innovación (psst, AMLO, ¡ahí te hablan!); la adopción de un enfoque de economía ecológica; la inversión en energías e industrias no contaminantes (segunda llamada, López Obrador, segunda), así como la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles.
Desafortunadamente, hay un evidente rezago en las acciones para llevar a la realidad los cambios antes señalados. Por ello, Zhenmin hace un urgente llamado de conciencia a gobiernos, sociedad civil y corporaciones: “Nos encontramos en un momento crítico de la historia de la humanidad. Las decisiones y acciones que tomemos hoy tendrán consecuencias trascendentales para las generaciones futuras. Las lecciones aprendidas de la pandemia nos ayudarán a enfrentar los retos actuales y futuros. Aprovechemos juntos el momento para que esta sea una década de acción, transformación y restauración para alcanzar los ODS y cumplir con el Acuerdo de París sobre el cambio climático”.
Como sabemos, el Acuerdo de París entró en vigor en 2016 y tiene como propósito, de acuerdo con la Comisión Europea: “Establecer un marco global para evitar un cambio climático peligroso y aspira a reforzar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático”.
Como señalaba en la entrega pasada, hasta ahora los buenos propósitos han quedado en eso: buenos deseos. Y a las pruebas me remito. Un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático, emitido en agosto pasado, denuncia los EFECTOS IRREVERSIBLES del cambio climático en el planeta, ya que los glaciares de montaña y los polos van a seguir derritiéndose aun cuando se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.
(Continuará la próxima semana).
Fuente bibliográfica: “Informe de los objetivos de desarrollo sostenible” (2021). Nueva York: Organización de las Naciones Unidas.
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