Noviembre, mes de la Tanatología

Casi 300 personas han cursado un taller, curso o diplomado en Tanatología desde que comencé a organizarlos, hace 15 años. Inicialmente, con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y, posteriormente, en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). He continuado enseñando y reuniendo a expertos, desde el ámbito gremial, para abordar diversos temas, como han sido: cuidados paliativos, suicidio, duelo, acompañamiento tanatológico, educación para el morir, entre muchos más.

Entre los temas que más me resultan interesantes están la metapsicología del duelo, el proceso del morir, entender qué relación hay entre la muerte y el sexo (sic), y algunas dinámicas vivenciales, como son la despedida y el testamento. Por cierto, la vez que realicé mi testamento, emocionado me puse a repartir las posesiones personales como mis tazas de colección, mis playeras del Cruz Azul, libros favoritos, una bicicleta y así, a cada objeto personal significativo le correspondía una persona importante para mí. Pero resulta que, llegando a la notaría, me dicen: “todo lo que usted tiene déjeselo a una persona y que ella lo reparta de acuerdo con sus indicaciones”. ¡Aquí es cuando la teoría choca con la práctica! O en el mes del testamento, lo barato no es al contentillo del cliente.

En relación con esto, les comento que noviembre es el mes de la Tanatología. En esta ocasión, se organizarán conferencias, cursos y quizás una excelente oportunidad para atender en terapia ese duelo pendiente que no podemos tramitar adecuadamente. Serán varias las organizaciones de psicólogos las que se sumarán a esta iniciativa que no coincide con alguna otra celebración, salvo con los días de fieles difuntos.

No han sido solo los profesionales de la salud quienes han estudiado la tanatología. He encontrado en las aulas a filósofos, abogados, maestros de educación básica, contadores públicos, ingenieros, arquitectos, diseñadores, amas de casa y hasta un estilista. Hay que diferenciar los cursos que son de carácter vivencial, como una opción a trabajar aspectos personales de duelo, y otros que llevan un contenido más académico y que son formativos para generar experticia profesional. Nunca, en los diplomados que he organizado, se le ha entregado diploma a una persona que no acredite formación universitaria en salud.

A la fecha, los diplomados y cursos en Tanatología se ofrecen a granel, con y sin reconocimiento oficial o acreditado por una reconocida institución educativa o de salud. La verdad es que la enseñanza de la Tanatología se ha mercantilizado, pues hay demasiadas personas que quieren resolver duelos tan solo con leer un par de libros o asistiendo a otras tantas conferencias.

Para empezar, el duelo es esa reacción natural, personal y única, ante la pérdida de un ser querido o algo muy significativo. El duelo, generalmente, conlleva dolor y provoca reacciones muy complejas, tanto físicas como psicológicas, socioeconómicas, situacionales y culturales, por lo que es importante y necesario sufrirlo. Nada lo puede evitar, mucho menos la medicación que se prescribe al inicio del malestar. El reto es cómo vivir y entender ese sentimiento normal y natural que nos invade, que nos hace sufrir una experiencia cognitiva que nos confunde y que altera nuestro comportamiento y las manifestaciones de nuestro cuerpo. Todo puede parecer confuso, desorganizado e invasivo. A pesar de ello, no todos respondemos de la misma manera, pero de que una pérdida le es significativa al ser humano, lo es y eso lo podemos descubrir con herramientas que la tanatología ha implementado.

Busquemos el espacio adecuado y seamos parte de esta campaña del mes de la Tanatología.

* Psicólogo clínico (UAQ), coordinador de área en Salud Mental y Psicológica de IXAYANA y psicólogo clínico adscrito al Hospital General Regional del IMSS-Querétaro. Ver otras colaboraciones de Saber de-mente.