La comunicación distorsionada en pareja sigue siendo uno de los factores que más conflictos generan en la relación entre solo dos personas, ya sea en el plano amistoso, amoroso o sexual. Y no es exclusiva de parejas que llevan años de convivir, pues en muchas de ellas se da desde el encuentro inicial.
No siempre decimos lo que pensamos y esperamos ser entendidos correctamente por la otra persona. Será nuestro estilo de comunicación, la forma del lenguaje, el tono de voz, la coherencia de las ideas o el momento pertinente para plantear determinado asunto. Quizá sean las interpretaciones que hagamos de las palabras o el mensaje que no se basa en referencias objetivas, pero también puede ser una variante de distorsiones cognitivas. No siempre se logra tener pruebas de que lo que se dice sea una verdad. Es muy común encontrar creencias, juicios de valor o mensajes automáticos con una gran carga emocional de malestar.
Una abstracción selectiva trata de prestar atención a un solo aspecto o detalle de los hechos que se describen. Lo que se dice está fuera de contexto, resaltándose ciertos detalles mientras se ignora información que es importante y determinante para entender lo sucedido. Generalmente, son los aspectos positivos que se ignoran y se da más importancia a lo negativo, pues tiene una carga displacentera y representa una amenaza al equilibrio, aunque esto sea de forma temporal. Aunque estamos acostumbrados a codificar las experiencias humanas como un “todo o nada”, buenas o malas, exitosas o un total fracaso; no consideramos la posibilidad de mediar ante una diferencia de opinión y reconocerlo como conveniente para ambos. La postura de uno o ambos interlocutores puede ser arbitraria, lo que significa sacar conclusiones de una situación que no están apoyadas por los hechos, incluso cuando la evidencia es contraria a la conclusión. Aquí podríamos suponer cosas que no son ciertas, pero instalamos un prejuicio, lo cual motiva a una discusión.
Algunas parejas sobregeneralizan uno o dos incidentes aislados para representar todas las situaciones que se viven, como similares o relacionadas entre sí. Es como si lo negativo estuviese en todas las conductas de una persona. De igual manera, al exagerar lo negativo de una cualidad propia, se tiende a minimizar lo mucho de positivo, cayendo en una dinámica inestable con una perspectiva de visión de túnel, en donde vemos solo aquello que deseamos ver o lo que pudiera ajustarse a nuestro estado mental.
Otro elemento en la comunicación distorsionada, que pareciera pertinente en muchos casos, es la famosa “lectura de la mente”, que implica el conocer lo que el otro está pensando, sin haberlo dicho verbalmente, pero que de manera mágica se ha adivinado.
Estas situaciones frecuentes en la comunicación suelen no ser tan evidentes o no se tienen conciencia de utilizarlas, por ello es necesario aprender a pedir a la otra persona que clarifique sus ideas o preguntar directamente dudas, gustos, intereses, y no suponer conclusiones que no caben. Ayudaría el utilizar expresiones como “comprendo”, “te escucho”, “vale”, “de acuerdo”, “lo entiendo”; o bien, repetir el contenido de lo que hemos escuchado para que se confirme o aclare lo dicho.
Lo complicado de la comunicación entre dos es pensar que lo que se dice puede ser un error o que la persona podría molestarse por ello. Pero ¿no sería que si no lo decimos, en verdad tendríamos un conflicto?
Aquí está la importancia de las palabras en lugar del silencio.
* Psicólogo clínico (UAQ), coordinador de área en Salud Mental y Psicológica de IXAYANA y psicólogo clínico adscrito al Hospital General Regional del IMSS-Querétaro. Ver otras colaboraciones de Saber de-mente.