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Es viernes, pero hoy no toca

Hoy en día, implementar la educación sexual curricular está medianamente aceptado por la sociedad en general y, por supuesto, por los profesores en las escuelas y los expertos en la materia. Se cuenta con modelos de educación sexual integral, en los que se pretende que el alumno adquiera y desarrolle las habilidades pertinentes para tener un estilo de vida sexual positiva, afrontando las adversidades que se le presenten, tanto emocional como cognitivamente. También, se cuenta con modelos sociológicos y religiosos, que plantean una multidimensional de la sexualidad humana y que cuestionan la regulación social de la misma mediante normas, creencias, valores y estereotipos. A pesar de los cambios de orientación de la investigación de la sexualidad humana en las últimas décadas, se sigue manteniendo la lucha de lo biológico (reproductivo) contra aspectos culturales (desempeño del género) para explicar la condición humana de cómo y por qué interactuamos sexualmente.

En la práctica sexual, existen significados no verbalizados ni explicitados que se toman por verdades dadas. Ejemplos de ello son el término género y sexo: el primero se utiliza para hacer la diferencia de sexos, ya sea como femenino o masculino, y el término sexo se aplica de igual forma, aunque conlleva a la acción de una relación sexo-genital que bien podría definirse como sexuar. La cuestión de género se amplía por aspectos culturales que han transformado la personalidad de los sujetos.

A propósito de sexuar, los expertos han reportado una tendencia a la disminución de la edad de inicio sexual, fenómeno reportado por diversos estudios en Europa y en la Unión Americana y seguramente en México, dado el incremento de embarazos en menores de edad. Esto se atribuye a factores como una creciente liberalización de la sexualidad femenina, a un estilo similar a las adultas, pero también a la presencia de violencia intrafamiliar, que es medio de cultivo del abuso sexual y a la separación psicoafectiva de los hijos a edad temprana. Aunque aquí supongo que se inicia el rechazo a la vida sexual futura.

La iniciativa sexual tiende a ser compartida entre los jóvenes, pues existe creciente interés y participación más activa para la búsqueda de la satisfacción sexual. De acuerdo con su condición hormonal, los jóvenes pueden tener hasta cinco coitos en un día. En el caso de las personas adultas, se observa una iniciativa sexual disminuida (puede llegar de cuatro coitos a la semana a tres en un mes), sobre todo en quien, por costumbre, toma la iniciativa. En el caso de las mujeres, las adolescentes presentan un mayor nivel de satisfacción sexual que las adultas, ya sea por la edad, la etapa de vida o el interés romántico de satisfacer al otro, como ocurre al inicio de la vida sexual. Claro, cuando hay mayor satisfacción sexual es cuando la actividad sexual es frecuente y se da en un contexto de relación de pareja. Por otra parte, se reporta, cuando la relación de pareja en personas adultas es estable y compartida, se facilita una mayor satisfacción sexual, a pesar de la disminución de la frecuencia.

Estudios recientes plantean una disminución de la actividad sexual en adolescentes y adultos, quizá dada por situaciones de la pandemia, que ha encaminado a las personas a otros intereses. Los indicadores no solo son significativos en conductas de pareja, sino en la actividad autoerótica individual. Quiere decir que los besos, abrazos, caricias, el uso de juguetes sexuales y la noche en el motel tienden a sustituirse con el ‘sextear’, leer erótica y ver pornografía.

Si la salud la orientáramos, no solo a lo físico y mental, sino también hacia la salud sexual integral, personal y social, nuestro tejido social sería mucho más saludable, libre de prejuicios, caracterizada por actitudes positivas hacia la sexualidad propia, ajena y responsable, para encaminar a las personas a conducirse a relaciones interpersonales felices, basadas en el respeto y la tolerancia.

Por ello, hay que generalizar la educación sexual y reivindicar su valor en la formación humana, desde el nacimiento, la etapa escolar, juvenil y adulta, con varones y mujeres interesados en el disfrute integral de su persona.

* Psicólogo clínico (UAQ), coordinador de área en Salud Mental y Psicológica de IXAYANA y psicólogo clínico adscrito al Hospital General Regional del IMSS-Querétaro. Ver otras colaboraciones de Saber de-mente.

Juan Carlos García Ramos

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