La humanidad (de antemano presento mis disculpas por las pinceladas melodramáticas que ahora coloco en el lienzo) se encuentra en una encrucijada. Si bien nuestros avances científicos nos han abierto las puertas a una mejor calidad de vida, es indudable que en algún tramo del sendero –y quizá sin proponérnoslo– hemos abierto la caja de Pandora. Con mucho, los avances tecnológicos han sobrepasado nuestra capacidad para producir una legislación acorde con los tiempos, sensible a consideraciones humanas, éticas, axiomáticas, espirituales y de responsabilidad social.
Enhorabuena, llega a mis manos un reporte generado por la firma consultora hispana Llorente y Asociados, en el que los investigadores Roger Montañola e Ignasi Belda evalúan con ojo clínico lo que ellos estiman que serán los 10 más grandes retos sociales, tecnológicos y políticos de la humanidad en el futuro próximo. Uno de estos retos es el que abordo, de manera sucinta, a continuación.
LA MODIFICACIÓN GENÉTICA DE LA ESPECIE HUMANA. En el campo de la biotecnología se han registrado avances en años recientes que permiten la manipulación del ADN con fines terapéuticos. En particular, la ingeniería genética ha generado la posibilidad de erradicar enfermedades tan temibles como el cáncer.
Desafortunadamente –como comentaba líneas arriba– estos avances, indudablemente esperanzadores, abren también una caja de Pandora. ¿De qué manera? Como señalan Montañola y Belda, “también se podrían aplicar estas técnicas para generar propiedades con valor militar”, tales como soldados que lleguen al campo de batalla con mayor fuerza física o con una mayor resistencia al dolor en sus cuerpos. También se vislumbra la posibilidad de razas humanas “mejoradas” para el trabajo físico, lo que sin duda haría restregarse las manos de emoción a una legión de empresarios desalmados que bien sacarían ventaja de estas potenciales bestias de carga humanas que, por supuesto, se verían despojadas de sus más elementales derechos en aras de enfermizas fantasías capitalistas.
Por otro lado, hay ejemplos tan controversiales como el de Elon Musk, uno de los hombres más ricos del planeta, quien lanzó Neuralink, un plan que lleva como propósito conectar el cerebro humano de manera directa con las computadoras. Picado por la curiosidad, consulté la página web del referido proyecto, en la que se informa (sigue mi traducción): “Estamos diseñando el primer implante neural que te permitirá controlar una computadora o un dispositivo móvil a donde quiera que vayas”. Se tiene en mente insertar hilos de escala microscópica en determinadas áreas del cerebro para lograr dicho propósito. Cada uno de estos hilos albergaría una serie de electrodos que los conectaría al implante.
El proyecto Neuralink formaría parte de una corriente de pensamiento llamada transhumanismo. De acuerdo con Alejandro Galliano, docente de la Universidad de Buenos Aires, el citado movimiento intelectual pretende “superar los límites naturales de la humanidad mediante el mejoramiento tecnológico y, eventualmente, la separación de la mente del cuerpo humano”. No cabe duda de que lo que para unos es un fin promisorio, para otros –como su servidor – no es sino una franca pesadilla.
En la próxima entrega te compartiré, lector/lectora, uno más de los retos de la humanidad hacia el futuro en ciernes. O, mejor dicho, un potencial presente que es ya posible atisbar asomándonos por las rejillas de la vida real.
Fuente bibliográfica: “10 retos sociales, tecnológicos y políticos de la humanidad: una visión regulatoria” (2020). Madrid: Llorente y Asociados.