Los latidos del corazón tendrían que ser el tic-tac del mundo. Tendríamos que aprender a escucharlos, así como le ponemos atención al continuo bip-bip de wasaps, tiktoks y demás, que han tomado por asalto nuestro poder de atención.
Tendríamos que llevarnos la mano al corazón para recordar que el ritmo acompasado de este órgano maravilloso nos acompaña hoy de la misma forma en que lo ha hecho desde los días remotos en los que tuvimos por hogar el vientre materno.
Se impondría que nos viésemos de nuevo a los ojos cuando conversamos, ya que cuando se cruzan las miradas suceden milagros. De la mágica luz de una mirada irradian, por igual, curiosidad, júbilo, anhelos, dolor, ilusiones y esperanza.
Nos haría bien sonreír más, en señal de solidaridad con el prójimo. Si lo haces, difícilmente te quedarán ganas de despotricar contra el mundo, ya que el bálsamo de la sonrisa es el vehículo ideal para restañar las heridas del alma y reabastecernos de la energía vital que nos faculta a creer, crear, crecer y emprender.
Mucho nos ayudaría apegarnos menos a los espacios laborales y domésticos en los que nos parapetamos. Nos animaríamos así a salir a tomar baños de sol, para tonificar el organismo. Como valor agregado, lo reabasteceremos de la prodigiosa vitamina D, que nos ayudará a tener huesos más fuertes y a concentrar una mayor cantidad de calcio en la sangre. Sebastián Podlipnik -un dermatólogo español- estima que existe un déficit de dicha sustancia en el 50 por ciento de la población de 18 a 60 años y en el 87 por ciento en aquellos de más de 60, a nivel mundial. A la vitamina D se le conoce como la “vitamina del sol”, ya que se sintetiza en el cuerpo humano cuando exponemos la piel a la luz solar.
Convendría además aumentar las dosis de apapachos en nuestra vida diaria. De acuerdo con los expertos en bienestar personal, la práctica cotidiana de dar y recibir abrazos (con el cubrebocas bien puesto, desde luego) nos permite elevar nuestro vínculo afectivo y emocional con otros, y contribuye a mejorar nuestra salud física. Miguel Veturián Arana, un terapeuta holístico, plantea que cuando recurrimos al abrazo, secretamos oxitocina, la hormona de la sociabilidad y la confianza, ya que normalmente la liberamos en situaciones de la vida social, cuando nos encontramos más relajados. En un abrazo con duración de 20 segundos, se liberan también serotonina y dopamina, hormonas que nos dejan con una sensación de paz, tranquilidad y seguridad.
Otra fuente mayúscula de salud y bienestar es el agua. De acuerdo con el IMSS, consumir abundante agua a diario nos permite regular la temperatura corporal y el sistema inmunológico, tener una piel sana y bella, eliminar las toxinas y mantener lubricadas las articulaciones y músculos. No olvidemos que, después de todo, el 70 por ciento de nuestro cuerpo es agua.
Como podrás constatar, las prácticas anteriores son de lo más sencillas y te redituarán pingües beneficios en favor de tu bienestar personal y de tu salud física, mental y emocional. ¡Enhorabuena!