Pues tenía que llegar el momento de escribir sobre el amor. A petición especial y por la próxima fecha del día del amor y la amistad, aportaré algunas ideas de interés personal.
Tengo referencias previas, productos de algunas lecturas que recomiendo como: “Te amo” (Francesco Alberoni, 1996); Amor puro y duro (Pilar Varela, 2006); “El buen amor y amor del bueno” (Armando Quiroz, 2014); “Ni el sexo ni la muerte” (André Comte-Sponville, 2012); y “Narcisismo de vida y de muerte” (André Green, 1999). Al hablar del amor todos tenemos una postura vivencial, existencial o no, agradable o desagradable, que podrá coincidir o no con los muchos exponentes encontrados ahora en las redes sociales o con grandes pensadores como Aristófanes, Sócrates y Platón.
El amor puede abordarse desde diferentes posturas, dependiendo de las referencias psicológicas, religiosas, culturales o desde las neurociencias. Este sentimiento, presente en todo ser humano, con una carga emocional, afectiva y erótica, preferentemente positiva y alegre, se expresa en muchos ámbitos de la sociedad, como en la familia, la patria, el trabajo y la pareja, y puede asumirse como espontáneo, necesario o como un deber.
Pero el amor no se siente de la misma forma en todos sus escenarios: en el caso de la pareja, por los atributos que se tengan, se da una atracción de tipo sexual, amorosa, estética, amistosa o intelectual, ya sea que predomine una de ellas o que algunas se complementen. Se dice que de un varón y de una mujer, con atributos físicos hermosos, todo mundo se enamora; y que pueden darse relaciones amorosas, románticas, sin un interés sexual o que se puedan establecer relaciones amistosas muy estrechas sin que lo amoroso y sexual esté presente.
Los vínculos donde el amor está presente suelen pasar por un proceso confuso, en extremo peligroso, pues se busca la idealización de la completitud y de la fidelidad. Sin embargo, se ha constatado que el amor no es monogámico y no están presentes todas las formas señaladas, a menos que se dé por obligación o abuso del mismo. La manera en que damos y recibimos amor tiene que ver con nuestra historia personal, exigencias y prejuicios que cargamos. Todo depende de cómo experimentamos el odio, el amor y la indiferencia en eventos significativos de la vida.
Para algunos, el amor solo es una fantasía irrealizable, otros opinan que es una postura romántica empedernida y muchos varones y mujeres también lo asumen como una interminable búsqueda del sufrimiento.
Sin sobrevalorar al amor, la postura intermedia llamada indiferencia o la negativa de sentir amor por otra persona es una postura que tiene una formación inconsciente y que los psicoanalistas (André Green) han llamado “amor helado”. Las personas que lo manifiestan sí tienen vínculos interpersonales, de relaciones de pareja, pero se dan cuenta de que no pueden mantener un interés amoroso y sexual. Su vida social, profesional, laboral, educativa y política puede resultar exitosa, pero la capacidad de amar no es del todo satisfactoria. Es como obedecer a una prohibición de amar a otros, quizás ajeno a sí mismo.
Para la psicología, el amor helado tiene un estilo tradicional y la persona puede acatar costumbres morales sin que exista mayor creatividad o exigencia en la forma de establecer la relación de pareja. Esto suele llamarse “amor helado de vainilla”, que por lo común que es preferir ese sabor, aunque no es claro cómo serían para quienes prefieren el sabor de chocolate o fresa. En esto de las preferencias inclusivas, habría que definir cómo sería el “amor helado de napolitano”. Quizás esté representado, por ejemplo, en personas que prefieran el celibato voluntario (INCELS), en varones que no quieren o no pueden vivir con una mujer y que se agrupan en MGTOW (Men Going Their Own Way).
Con las nuevas expresiones de la feminidad y masculinidad, la política de cambiar la forma de ser o amar está prohibida si no es por voluntad propia. En la actual política amorosa, acudir con un psicoanalista o con un psicólogo cognitivo conductual depende de qué lado estés en la relación amorosa.
* Psicólogo clínico (UAQ), coordinador de área en Salud Mental y Psicológica de IXAYANA y psicólogo clínico adscrito al Hospital General Regional del IMSS-Querétaro. Ver otras colaboraciones de Saber de-mente.
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