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noviembre 26, 2024

Competitivos y además competentes (parte 4)

Cuando hablamos de competencias profesionales, es necesario enfocarnos no solo en los comportamientos específicos que las empresas deben desarrollar en su talento humano, sino en las capacidades fundamentales que todos los individuos debemos poseer en niveles más profundos.

Guillermo Híjar Fernández, coordinador general de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Anáhuac, es autor de un libro que recomiendo ampliamente: “Competencias genéricas: el octagrama cerebral”, en el que desarrolla un modelo teórico para facilitar el diagnóstico de las competencias que una compañía requiere para ser exitosa. Este modelo, al que nombra “El octagrama cerebral”, parte del supuesto de que el cerebro humano -al igual que un músculo- debe ejercitarse para responder de la manera más efectiva a los retos cotidianos, ya sean personales o laborales.

El modelo se basa en cuatro talentos que distinguen al ser humano de las demás especies: la facultad de inferir aquello que es verdadero de lo que no lo es (racionalidad), la capacidad para formar teorías de cómo piensan y sienten otras personas (empatía), la posibilidad de sentirse motivado para tener un propósito que le dé sentido a lo que hacemos (vitalidad) y la fortaleza de voluntad para regular nuestros instintos y emociones (autodominio). En la medida en que tomemos conciencia de estos talentos y los desarrollemos metódicamente, seremos capaces de transformarlos en competencias para el trabajo. Veamos, de manera más precisa, en qué consiste cada uno de ellos.

RACIONALIDAD. El primero de los cuatro talentos es la racionalidad. De acuerdo con Híjar Fernández, ser racional es ser consistente en nuestra manera de solucionar problemas y tomar decisiones. De esta manera, apunta, “una persona racional puede creer en los ángeles, siempre y cuando todas las demás creencias sean consistentes con la existencia de ellos”. La racionalidad se manifiesta través de dos instancias de razonamiento: a) el deductivo, en el que la conclusión sigue a las premisas establecidas, b) el inductivo, basado en observaciones previas, que nos permite hacer predicciones acerca de fenómenos no observados.

EMPATÍA. El segundo talento en el que se fundamenta el referido modelo es la empatía, a la que Híjar Fernández describe como “el rasgo característico de las relaciones interpersonales exitosas”. Este factor del carácter es el fruto de la intersección de las esferas de la emoción y la cognición, que en conjunto nos facilitan la lectura emocional y la regulación de los sentimientos hacia nuestros semejantes. Recurrimos a la empatía para captar los mensajes verbales y no verbales de un interlocutor y, con base en lo observado, producir los comportamientos que él o ella necesita para sentirse comprendido.

VITALIDAD. Este tercer talento nos facilita ser competentes en el trabajo, pues nos provee de la motivación para desplegar la actividad requerida para emprender aquellas acciones que nos son impuestas por las circunstancias. Híjar Fernández plantea que la vitalidad es el resultado de la intersección entre la emoción y la conciencia, de ahí que esta eleve nuestra capacidad innata de ser empáticos.

AUTODOMINIO. Este cuarto -y último- talento nos provee de la fortaleza de la voluntad y nos faculta a gobernar nuestros actos. Surge de la intersección de las esferas de la emoción, la cognición y la conciencia. Hace posible, por un lado, el control de las emociones. Y, por el otro, la regulación de los instintos, a través de la templanza.

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