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El irremediable sospechosismo…

Desde hace algunas semanas, el discurso del presidente López Obrador cada vez es más beligerante, sus ataques contra la prensa han arreciado… la quiere de su lado, y no tiene empacho en reconocerlo: “Y así son los tiempos actuales, que cada quien se sitúe ¿no? en su lugar, nada de que somos objetivos. Habría que preguntar si hay objetividad en el periodismo. ¿Por qué no tomar una decisión? Eso no significa convertirse en aplaudidor del que está en el gobierno, no, pero es no engañar. Entonces, eso es lo importante ¿no?” (Mañanera, 7 de febrero)… al que cuestiona, le llueven calificativos de “deshonesto” y “corrupto”.

Se pelea con todo el mundo, crea problemas donde no los hay… ahí está ─por ejemplo─ el nombramiento del Pedro Salmerón como embajador de Panamá, a pesar de los señalamientos en su contra, de acoso sexual; luego, el comparar a la Ministra de Relaciones Exteriores Érika Mouynes con la Santa Inquisición ─por no responder como él esperaba─ y anuncia que su propuesta entonces será ¡Jesusa Rodríguez!… sí, la de que “las vacas, las puercas, las burras… todas las hembras somos iguales y debemos tener el mismo respeto e iguales derechos. La lucha feminista, si no es antiespecista, no es”.

Su actitud provoca enojo, como el del presidente de ese país, Laurentino Cortizo, quien le exigió respeto: “La decisión del presidente de México es una decisión suya; nosotros decidimos si aceptamos o no a un embajador, así como ellos decidieron aceptar al de nosotros, que es muy buen embajador, eso es bien importante (…) Somos respetuosos no solamente de México, sino de todos los países, y nosotros exigimos respeto para Panamá. El respeto se gana. Eso es lo que exigimos, tanto del presidente de México como del de cualquier otro país”.

El expresidente Ernesto Pérez Balladares, enfurecido, tuiteó: “La actitud del señor López Obrador en cuanto a la designación de su representante en nuestro país es infantil. Somos un país pequeño pero digno y valiente. Más nos necesita México a nosotros que nosotros a México”.

Ahí está también su anuncio de “pausar” las relaciones con España: “porque era un contubernio arriba, una promiscuidad económica-política en la cúpula de los gobiernos de México y de España, pero como tres sexenios seguidos, y México llevaba la peor parte, lo saqueaban. Entonces, vale más darnos un tiempo, una pausa. A lo mejor ya cuando cambie el gobierno ya se restablecen las relaciones y yo desearía, ya cuando no esté yo aquí, que no fuesen igual como eran antes”.

Pero adicionalmente a su exacerbada irritabilidad, se le ve desmejorado, con gesto adusto; recientemente en una de sus ruedas de prensa tuvo serias dificultades para pronunciar la palabra “circunscripción”, lo que ─lamentablemente─ provocó desagradables e inapropiadas burlas en redes sociales… su mirada reflejó desesperación al no poder articular el vocablo. Poco después en otra mañanera sucedió algo similar con el término “proponérselo”. Ello ha generado suspicacias en torno a su salud.

El Estudio Nacional de Opinión Pública 2022 de México Elige, publicado la semana, pasada incluyó la siguiente pregunta: “El presidente AMLO fue sometido a un cateterismo cardiaco para darle información a sus médicos sobre algún posible problema cardiaco actual como parte del seguimiento periódico después del infarto que sufrió en 2013. Se informó que todo estaba en orden”. El 54.1 por ciento de los entrevistados respondió que el presidente tiene algún problema de salud, en tanto el 45.9 por ciento consideró que se encuentra sano.

Sin embargo, es el propio presidente quien ha hecho referencia a su estado de salud; tras el cateterismo (del cual se informó hasta una vez realizado) dijo en un video que ya había sentado las bases de la transformación del país; pero que aún le faltaba un tramo: a septiembre del 2024, “si así lo dispone, o lo sigue disponiendo el Creador, la ciencia”.

Pero además reveló la existencia de un testamento político para garantizar la gobernabilidad, ante la posibilidad de una pérdida de la vida por sus antecedentes de infarto, hipertensión y porque su trabajo es “intenso”.

Días después, en otro video grabado mientras realizaba ejercicio en el Colegio Militar de Tlalpan citó la frase: “Dejar de luchar es como empezar a morir”, y acotó: “Hay que luchar para vivir y para vivir con dignidad y se puede, porque ha avazado mucho la ciencia”… “Me puedo caer, pero me voy a levantar… hay que seguir caminando para cumplir con la misión que uno tiene encomendada”.

Todo lo anterior abona, irremediablemente, al sospechosismo tan característico de los mexicanos: ¿Hay algo que no sabemos?, ¿qué le pasa al presidente?

Malena Hernández

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