¿El tiro por la culata?

¿Por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió enviar una carta a la comisionada presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), Blanca Lilia Ibarra Cadena, para solicitar como “ciudadano y presidente de la República”, “que se lleve a cabo una investigación para hacer públicas las percepciones, los bienes y el origen de la riqueza que posee el señor Carlos Loret de Mola, socios y familiares”?

¿Acaso el señor presidente desconoce el procedimiento que expresamente marca la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública y cuáles son las facultades del Instituto? Y, de ignorarlo, ¿no debería informarse al respecto antes de exhibir su desconocimiento y malinformar a la ciudadanía?

…o, nuevamente, ¿estamos ante una estrategia política en la que lo que menos importa es el respeto al marco legal sino atacar a sus adversarios y desviar la atención hacia otros temas?

Y es que la regulación en la materia es muy clara, el INAI no puede hacer lo que pide el mandatario porque ni la Constitución ni la ley le dan facultades para investigar las percepciones y bienes de las personas físicas; como obviamente el Instituto le recordó en la respuesta a su carta… él mismo hubiera podido corroborar esto, de haber consultado el artículo 6 constitucional y los artículos 41 y 42 de la citada ley.

De pasadita, se habría enterado de que a quien compete recibir las solicitudes de información ─a través de la Plataforma Nacional, en la oficina u oficinas designadas para ello, vía correo electrónico, correo postal, mensajería, telégrafo, verbalmente o cualquier medio aprobado por el Sistema Nacional─ no es al INAI, sino a las Unidades de Transparencia de los sujetos obligados… es decir que los sujetos obligados son las propias autoridades, entidades, órganos y organismos de los Poderes Ejecutivo (en este caso el Servicio de Administración Tributaria o la Unidad de Inteligencia Financiera), Legislativo y Judicial, órganos autónomos, partidos políticos, fideicomisos y fondos públicos; así como cualquier persona física, moral o sindicato que reciba y ejerza recursos públicos o realice actos de autoridad a nivel federal, estatal y municipal.

Y habría entendido que estas Unidades de Transparencia son las que deben garantizar que las solicitudes sean turnadas a las áreas competentes que tengan la información requerida ─o deban tenerla─ para que hagan una búsqueda exhaustiva y razonable de esta (por cierto, si el gobernante no lo sabía, la Presidencia de la República cuenta con una unidad y está ubicada en Constituyentes No.161, San Miguel Chapultepec, en la delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México).

Asimismo, si hubiera revisado la ley, López Obrador habría entendido que el INAI interviene solo si quien solicitó la información pretende impugnar la respuesta recibida; ya sea porque esta se encuentre “clasificada”, porque es “inexistente”, porque el sujeto obligado es incompetente, porque la información entregada fue incompleta o no es la que pidió, porque le respondieron fuera del plazo o porque se la dieron en un formato distinto al solicitado, entre otros motivos.

Además, habría podido estar en condiciones de comprender ─ya que está tan interesado en revelar las percepciones de los periodistas─ que los datos personales sujetos a protección legal son una cosa y otra la información acerca de los recursos públicos que ejercen personas físicas o morales o si estas realizan actos de autoridad; la cual sí debe transparentarse, porque son cosas distintas.

Pero si de lo que se trata es de buscar distractores, desaparecer al INAI por su animadversión hacia los organismos autónomos o bien seguir alentando el discurso de que los periodistas no tienen escrúpulos morales porque son mercenarios, prepotentes y corruptos; entonces el Estado de Derecho seguirá siendo lo de menos y prevalecerán falsedades como eso de que las facturas y comprobantes sobre los ingresos del señor Loret de Mola ¡se la hicieron llegar los ciudadanos!

…en cualquier caso, al mandatario le salió el tiro por la culata; porque si no es un ignorante, entonces es un mentiroso autoritario; aunque deje correr alguna lágrima por su mejilla.