Lo sucedido en el estadio Corregidora, el 5 de marzo, durante el partido de Gallos contra Atlas debe ser analizado desde distintos enfoques… uno de ellos, sin lugar a dudas, es la cobertura periodística de lo acontecido.
Medios de comunicación, periodistas y columnistas a nivel nacional e incluso internacional dieron por hecho ─a partir de testimonios de asistentes al estadio La Corregidora, imágenes y videos difundidos en redes sociales─ que sí había decesos.
En una transmisión en vivo que duró aproximadamente 12 minutos, un medio de comunicación local afirmó ¡cinco veces! que habían muerto 17 personas; y ¡cuatro más!, balazos.
“Para los que van llegando (a la transmisión) repetimos: 10 muertos afuera, 7 adentro (…) hay una persona muy mal herida, no se sabe si va a vivir porque desgraciadamente nos tocó observar que estaba desangrándose (…) Lamentablemente, un partido que era familiar, que la gente venía a disfrutar terminó con muertos, balazos. Repito para los que se están conectando: 7 muertos dentro del estadio, 10 afuera y balazos afuera del estadio (…) gente muy malherida, como lo comentábamos 10 muertos afuera, 7 adentro. Se escuchan detonaciones de balazos afuera ¿Cuántos muertos? Hasta el momento 17, sí me siento espantada un poco (…) Cifra: hay 17 muertos y detonaciones de balazos fuera del estadio”… En 4 días, el video tuvo 1,7 millones de reproducciones en Facebook.
Lo dicho por un menor de 16 años, integrante de la barra del Atlas fue difundido por un sinnúmero de medios: “Un amigo cercano falleció, prefiero no decir su nombre (…), ya se contactaron con ellos (sus familiares) vi muchos (muertos)… Ya estaban los cuerpos inertes, inertes, los siguieron golpeando, incluso a uno le picaron la cabeza con un picahielo ya que había fallecido para después quitarle toda la ropa (…) Me tocó ver tristemente cómo eran golpeados y asesinados enfrente de mí.”
Las redes fueron inundadas con notas informativas cuyos encabezados señalaban: MÁS DE 30 MUERTOS EN PARTIDO DE FÚTBOL ENTRE QUERÉTARO Y ATLAS EN MÉXICO; 17 MUERTOS EN PARTIDO QUERÉTARO VS ATLAS; QUERÉTARO VS ATLAS: 15 MUERTOS, CIFRA EXTRAOFICIAL, POR CAMPAL ENTRE BARRAS, Las imágenes desde la Corregidora no mienten y la riña entre ‘aficionados de ambos equipos cobró vidas’… hubo hasta los que se sumaron al hastag #SIHAYMUERTOS y publicaron cosas como: ”No mientan” por fallecidos en el zafarrancho del Querétaro vs Atlas.
Los espacios de opinión tampoco se quedaron atrás: “En San José de Gracia muchos vimos el video de personas siendo ‘fusiladas’ por un grupo de sicarios, pero hasta el momento no se han encontrado cuerpos y no existe un reporte oficial sobre los presuntos desaparecidos. Lo mismo ocurrió en el estadio Corregidora: los videos muestran a hombres inertes, ensangrentados en el piso, que son ‘rematados’ con patadas en la cabeza por supuestos ‘barristas’ del Club Querétaro; pero hasta ahora no hay cuerpos ¿Será que en Querétaro también ‘se llevaron’ a los muertos?”
“Todos vimos a los No Muertos: hombres inertes tirados en el piso, sin ropa, con los rostros destrozados, a quienes sus agresores—enloquecidos, enfermizamente violentos— seguían pateando, golpeando con palos y fierros. Si no estaban muertos, ¿por qué el gobierno de Querétaro no los presenta?”, publicaron.
Y no, afortunadamente no hubo muertos (y tampoco balazos)… pero sí una gran lección: seguir las reglas básicas del periodismo es el camino más seguro; el que permite caminar sobre piso firme… el que evita caídas en arenas movedizas. Las reglas son muy sencillas: verificar, contrastar y rectificar.
Y si bien el periodista no puede garantizar la “verdad”, está obligado a confrontar los datos del hecho noticioso y recurrir a diferentes fuentes de información para generar certidumbre; y si comete un error, tiene la responsabilidad de corregirlo públicamente.
Además, debe equilibrar la información; es decir, tiene la responsabilidad de considerar las versiones de las fuentes relacionadas con el suceso en particular y su manejo de la información debe ser PRE-CI-SO y RI-GU-RO-SO.
También debe identificar la fuente de la que obtuvo la información, a menos que haya motivos suficientes y justificados para reservarla; el respeto a la dignidad de las personas y a su privacidad es fundamental.
La premura por difundir la información no excusa de atender todo lo anterior; la presión en redes sociales ejercida por aquellos a quienes el filósofo Umberto Eco denominó “legiones de idiotas” no es justificación para que los periodistas dejen de hacer su trabajo.