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Salvar vidas no es suficiente

La semana anterior reflexionaba sobre las omisiones en que han incurrido los gobiernos federal y estatales en brindar refugio a periodistas y personas defensoras de derechos humanos por un mal diseño, tanto de las leyes de protección como de los mecanismos que se han creado en consecuencia.

Los refugios no funcionan porque se pensaron solo para resguardar a las personas que se encuentran en riesgo y se convierten en una suerte de aislamiento involuntario y hasta en una forma de arraigo obligado.

Llevar a una persona en peligro a un cuarto de hotel o a un departamento rentado y solo llevarle una despensa cada mes no es suficiente.

Periodistas que enfrentan desplazamiento forzado sufren por tener que dejar sus lugares de origen y su trabajo, por tener que desapegarse de su realidad y enfrentar un entorno casi siempre desconocido y sin redes de apoyo personal.

A quienes llegan en condición de refugio no se les brinda terapia de contención, no se les da acompañamiento sicológico, médico ni legal, ni tienen con quién platicar para ir recuperando su estado emocional o para atender el síndrome de estrés postraumático.

Al instalarse formalmente en diciembre de 2016 el Mecanismo de Protección Integral para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Ciudad de México (MPICDMX), tenía contemplado un equipo de especialistas en derecho, medicina y salud mental para atender a quienes llegaran en calidad de refugio, pero el mísero presupuesto de 15 millones de pesos anuales con que cuenta este mecanismo resulta no solo insuficiente… no hay un solo peso para este servicio tan necesario y que no existe en el modelo de atención a nivel federal ni de otros mecanismos locales.

A esto hay que sumarle que los mecanismos han sido incapaces de fortalecer y recuperar las capacidades profesionales de quienes huyen de sus lugares de origen. No hay programas de actualización ni capacitación, ni mucho menos estrategias para la reinserción laboral de estas y estos colegas.

Por supuesto que sacar a periodistas de las zonas de alto riesgo es fundamental para salvar sus vidas, pero al final los malos siguen ganando, porque esas víctimas dejan de ejercer su profesión, dejan de hacer periodismo.

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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo hoy”, que se transmite los martes a las 13:00 h, por Radio Educación.

Andrés A. Solis Álvarez

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