Que apenas unos cuantos días después de la ceremonia de la entrega de los Premios Oscar sigamos hablando de la sonora bofetada que Will Smith le propinó al comediante Chris Rock en vez de por qué “Coda” –un drama altamente emotivo pero de factura francamente menor– derrotó a la favorita “El poder del perro”, me parece que resulta altamente revelador de la crisis que vive actualmente el medio cinematográfico.
Cierto, la pandemia ha sido en gran medida responsable de que la mayoría de nosotros no nos hayamos parado en un cine desde hace dos años. Sin embargo, los días aciagos de los largometrajes espectaculares empezaron desde mucho antes. Inclusive desde antes de la llegada de Netflix, compañero fiel en la escalofriante soledad de la nueva normalidad.
El primer villano de cuidado para la industria fílmica fue, sin duda, la videocasetera. ¿Quién no recuerda, con cierta nostalgia, los fines de semana en los que la familia entera se trepaba al coche para ir a rentar películas al Blockbuster o al videoclub más cercano? Claro, para que nos hiciéramos a la idea de que era como ir al cine en casa, en la misma sucursal te comprabas tu bolsa de palomitas, para meter al micro, y el correspondiente refresco de cola de dos litros. Los afortunados que contaban con servicio de cable, podían –desde luego- darse el lujo de ahorrarse la visita al videoclub y ver directamente la película en HBO o Cinemax gracias a su suscripción de Sky.
Claramente, el golpe de gracia al medio cinematográfico ha sido propinado por Netflix y otros servicios de ‘streaming’. Prueba de ello es que “Coda”, “El poder del perro”, “Being the Ricardos” y otras ganadoras de Oscares pueden ser vistas en dichas plataformas. Como dato curioso, uno de los primeros cineastas en realizar el salto al ‘streaming’ fue Alfonso Cuarón, quien en 2018 rompió cartabones al exhibir su multipremiada “Roma” en Netflix.
Ahora bien, ¿de verdad ha perdido el cine la batalla contra las pantallas chicas? Algunos críticos no solo lo afirman sin ambages, sino que están convencidos de que las películas están inevitablemente destinadas a morir (por decirlo de alguna manera). Es el caso de Ross Douthat, un columnista del “New York Times”, quien recientemente escribió: “No solo estamos presenciando la decadencia de los Oscares, sino el fin como tal de las películas”. El periodista aclara, sin embargo, que no se refiere a que desaparecerá dicha industria, pero sí las grandes producciones al estilo “Titanic”.
A Douthat le parece que el reciente ‘remake’ de “Amor sin barreras” (el musical protagonizado en 1961 por Natalie Wood y Rita Moreno), dirigido por Steven Spielberg, es un pálido intento por regresar a las superproducciones de la era dorada, pobladas de estrellas, una edición milimétricamente precisa y una banda sonora espectacular.
En 2022 nos sentimos más cómodos viendo teleseries en Netflix, que vamos deglutiendo en nuestros propios tiempos y a nuestro propio ritmo. Ha sido así desde “Los Soprano”, la primera de ellas, pasando por “Game of thrones”, “El gambito de la reina” y otras tantas favoritas (las palomitas y el refresco siguen siendo opcionales).
Referencia bibliográfica: Douthat, R. “We aren’t just watching the decline of the Oscars. We´re watching the end of the movies”. New York Times, 25 de marzo, 2022.
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