fbpx
septiembre 19, 2024

Gobernar las emociones (parte 1)

Si había una habilidad que dominaba don Hilario, mi tatarabuelo paterno, era el arte de gobernar su caballo. Esto lo puedo constatar en la fotografía que cuelga en una pared de mi oficina, en donde resulta evidente que sabía llevar con aplomo las riendas de su noble cuaco. Lo mismo sucede con las emociones. Si hay un arte que deberíamos dominar en los azarosos tiempos actuales, sería el de saber gobernar nuestras emociones. Y el que no sepa gobernarlas, como pudimos constatar con el infortunado incidente de Will Smith en la ceremonia de entrega de los Oscares, está destinado al fracaso… sin importar que se trate de uno de los figurones de Hollywood.

Para saber qué tan apto o apta eres, lector/lectora, en el arte de gobernar tus emociones, te voy a plantear una situación hipotética que presenta Susan David, una catedrática de la Universidad de Harvard, en su libro “Agilidad emocional”. Supongamos que regresas exhausta a casa después de un día arduo en el trabajo. Tu pequeño de cinco años dejó sus juguetes tirados en el pasillo de la entrada y, sin darte cuenta, te tropiezas con uno y acabas en el suelo. Al levantarte, francamente molesta, le llamas la atención y lo mandas a la cama sin mayor averiguación, advirtiéndole: “¡Y no hay pero que valga!”.

De las tres opciones que te presento a continuación, selecciona la que más se acerque a lo tú más probablemente harías: A) Superas tu frustración diciéndote: “Mejor me voy a descansar, tuve un largo día”. B) Sintiéndote culpable por haberle levantado la voz a tu vástago, te recriminas por generalmente reaccionar de esta manera en vez de hacerlo de forma constructiva. C) Al sentarte a hablar con tu pareja sobre cómo fue tu día, caes en la cuenta de que la reacción ante tu hijo se debe a la frustración que cotidianamente te hace sentir tu jefe, tras lo cual le pides disculpas al pequeño y te retiras a dormir.

Si escogiste la opción “A”, Susan David estima que probablemente seas lo que ella llama una “embotelladora”. O sea, alguien que procura desengancharse haciendo de lado sus emociones, para luego seguir adelante con su rutina. El problema con esta práctica es que rehúyes a tus emociones, en vez de intentar gobernarlas. “Al ignorarlas -apunta David- no llegas a la causa de aquello que las está provocando”. Además, al sacarles la vuelta lo único que logras es acrecentarlas, pues las condenas a quedarse atoradas.

Si elegiste la opción “B”, es posible que seas una “cultivadora”, como ella nombra a quienes son incapaces de dejar de pensar que su manejo de emociones resulta erróneo o inadecuado. “Cuando se enganchan en sus sentimientos de incomodidad -afirma la autora-, los ‘cultivadores’ se obsesionan sin fin por aquello que consideran que hicieron mal”.

Si señalaste la opción “C”, es porque sabes gobernar tus emociones. O, para decirlo en las palabras de esta autora, posees agilidad emocional, es decir, sabes abordar tus emociones con generosidad, aprendes de ellas, las aceptas y las incorporas a tus valores personales, para luego seguir adelante.

(Continuará la próxima semana)

Referencia bibliográfica: David, S. (2018). “Agilidad emocional”. Málaga: Sirio.

NOTICIAS RELACIONADAS

MÁS NOTICIAS

SCJN anuncia que levantará el paro tras aprobarse la reforma judicial

La SCJN anunció que levantará el paro tras aprobarse la reforma judicial; sin embargo, en la reunión no se trató la vuelta al trabajo...

Agatha y su aquelarre en el UCM

La antagonista de “WandaVision” regresa para recuperar los poderes que la Bruja Escarlata le arrebató

Más leído