Youtubers vs periodistas….

A propósito del manejo de la información sobre el terrible feminicidio de la pequeña Victoria Guadalupe, cabe subrayar que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos garantiza las libertades de expresión y de prensa.

Pero, aunque no nos guste, establece límites… y ahí están, a la vista de todos, en el artículo 6º: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público”; y en el 7º: “Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión, que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6o. de esta Constitución”.

Sin embargo, en medio de la tragedia y del dolor de la familia, fuimos testigos de la difusión irresponsable ─sin límite alguno─ de opiniones disfrazadas de información y de investigación periodística, por parte de un “youtuber” que con la mayor ligereza y sin escrúpulo alguno anunció en redes sociales que analizaría “todas las tonterías que dijeron en el comunicado de la Fiscalía”, en el que se dio cuenta del hallazgo del cuerpo sin vida de la menor; y que además ha menospreciado y denigrado a la prensa en Querétaro.

“Te vas a sorprender y te vas a reír de toda esta tontería”, anticipó en uno de varios videos subidos a Youtube; en donde aseguró que había inconsistencias, contradicciones de las autoridades y errores garrafales; para luego sentenciar que los policías no estaban haciendo bien su trabajo, que “les sembraron el cuerpo en sus narices”, que la persona detenida no hablaba español y que no habían agarrado “al mero mero sino, a un presunto responsable, más no a la persona responsable que todos queremos que agarren” solo para “calmar las aguas” (porque el boletín hizo referencia a la detención de una persona del sexo masculino “por su posible intervención en la muerte de la niña”).

Con ello, el personaje hizo gala de su ignorancia sobre lo que ordena la ley, en cuanto a la presunción de inocencia; la información reservada; la intimidad, privacidad y datos personales; la obligación de resguardar la identidad de víctimas y ofendidos (especialmente menores, ya que entrevistó a los hermanitos de la pequeña); etcétera.

Pero lo más delicado fue la reacción de quienes lo siguen: “NO QUIEREN QUE INVESTIGUES, TIENEN MIEDO QUE LOS DESCUBRAN”, “Cuídate mucho. Excelente investigación”, “Gracias por ir, por mostrarnos lo que es, por hablar sin pelos en la lengua”, “Buenísimo trabajo haberte metido a pesar de ‘tanta seguridad’(…)”, “Lastima que la Policía ni traga ni deja tragar. Porque se ponen como perros hasta ya cuando sucedieron los hechos. Gracias por tu profesionalismo”.

Con las nuevas tecnologías, estos llamados youtubers tienen un gran poder e influencia; miles o millones de seguidores ─especialmente jóvenes─ se sienten atraídos por su forma de comunicarse… en verdad conquistan a las audiencias; pero eso no implica que sean periodistas, aunque se ostenten como tales.

El trabajo periodístico requiere planeación, una recopilación rigurosa de material informativo; la contrastación y cruce de datos con fuentes fidedignas, la jerarquización y contextualización de estos; y ─por supuesto─ la redacción con claridad, precisión, concisión y fuerza.

Los y las periodistas deben distinguir entre géneros informativos e interpretativos; deben “informarse para informar” y no olvidar que los límites son la ley y sus propios principios.

Y sí, en medio de la crisis por la que atraviesan los medios tradicionales, por supuesto que el desarrollo tecnológico debe llevar a nuevos y más creativos formatos para atrapar a las audiencias, como lo hacen estos creadores de contenidos; pero, el mayor reto ─me parece─ es hacer a un lado sus propios intereses y lograr que los ciudadanos opten por contenidos periodísticos que contribuyan a conformar una sociedad más transparente y democrática; en un contexto de seguridad, certeza, igualdad, libertad y justicia.