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¡Es el 2024, estúpido!

En octubre del 2021, el presidente López Obrador advirtió en la mañanera que los diputados federales que votaran en contra de su iniciativa para reformar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución en materia energética, serían exhibidos:

“Y de una vez les digo a los legisladores, no es amenaza ni mucho menos advertencia, nada más que no va a haber anonimato, aquí tenemos que dar la cara todos, porque se trata de los intereses del pueblo, que no estén pensando que van a votar en contra de esta reforma que es para beneficiar al pueblo y nadie se va a enterar, si no somos tapaderas”.

El pasado 8 de abril lo reiteró y anticipó que votar en contra sería “un acto de traición a la patria”: “Les digo a los legisladores que lo piensen, porque se van a exhibir como traidores a la patria. Que lo piensen. No es una amenaza, ni siquiera una advertencia, es hasta una recomendación de buena fe; es un consejo”.

Una vez consumado el voto en contra por parte de la oposición, lo que impidió que su reforma constitucional pasara, sentenció: “Ayer se cometió un acto de traición a México por parte de un grupo de legisladores que, en vez de defender los intereses del pueblo, de la nación, en vez de defender lo público, se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras, que se dedican a medrar, a robar, y estos diputados los respaldaron, a los saqueadores, para decirlo con claridad”.

Y simuló recular en cuanto a linchar a los 223 ‘vendepatrias’: “Uno por uno ya se los dejo de tarea a ustedes ¿no?”; lo que -evidentemente- fue delegado en sus vasallos: el dirigente de Morena Mario Delgado, y el bravucón y provocador Epigmenio Ibarra.

El primero, anunció una “estrategia de información” a nivel nacional para señalar a quienes habían votado en contra de la Reforma Eléctrica, que consistiría en difundir carteles con el nombre, rostro, partido y la leyenda “traidor a la patria”… al más puro estilo de los afiches del viejo oeste.

“Queremos que la gente vea las caras, los nombres, de los traidores, para que no olvidemos nunca quién le dio la espalda al pueblo”, azuzó.

“La lealtad a la patria es irrenunciable. Lo dice nuestro himno: ‘mas si osare un extraño enemigo’, ‘un soldado en cada hijo te dio’. Nuestra vida como nación soberana, depende del control de sectores como el energético. Entregarlo a extranjeros no es pensar diferente: es TRAICIÓN”, tuiteó después.

En la misma línea, el segundo, escribió: “Así, como a todos estos personajes infames que tanto daño han hecho a México, habremos de considerar, de ahora en adelante que, las y los legisladores que votaron en contra de los intereses de la gente que dicen representar y en contra del interés superior de la Nación, son y en tanto realizaron ‘actos contra la independencia, soberanía e integridad de la Nación Mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero’ como establece la fracción 1era del Artículo 123 del Código Penal Federal: 223 traidores.”

El jueves, el presidente dijo que él tiene una labor de “predicador”; defendió la campaña de linchamiento en contra de los legisladores: “A las cosas hay que llamarlas por su nombre… ya basta de hipocresías”; expuso el contenido del Código Penal sobre la traición a la patria, aunque subrayó que no presentaría las denuncias correspondientes; y decretó que en México “no hay polarización”.

¿De qué se trata todo esto, entonces? De una demagogia pura, en la que se aprecian claramente los rasgos descritos por Gloria Álvarez y Axel Kaiser en “El engaño populista”: idolatría por el Estado, complejo de víctima, paranoia antineoliberal y una pretensión democrática para concentrar poder.

Porque claramente estamos ante una argucia orquestada por el presidente y su partido, no para sancionar penalmente a los legisladores por haberse pronunciado y votado en contra de la iniciativa – y el artículo 61 de la Constitución lo garantiza: “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas. El Presidente de cada Cámara velará por el respeto al fuero constitucional de los miembros de la misma (…)”-; sino para lucrar electoralmente con ello.

El propio presidente lo ha dicho una y otra vez: “Es tiempo de definiciones -nada de medias tintas ni simulaciones- en donde se debe expresar si se está a favor de la transformación”… un concepto de transformación en el que no cabe la divergencia.

Así que a todo aquel que no lo entienda, habrá que recordarle: ¡Es el 2024, estúpido! Y no se trata de una traición a la patria, sino de una traición a AMLO.

Malena Hernández

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