¿Pagar o no la consulta con el psicólogo?

Generalmente creemos que acudir con un profesional de la salud mental resulta costoso e inaccesible, y por estas razones y otras, no acudimos a recibir orientación o psicoterapia. Es verdad, pero eso solo sucede en Estados Unidos de Norteamérica y en Europa, en donde, además, hay que pagar en dólares o euros. En México y en otros países de América, los costos son accesibles y hasta se puede recibir atención psicológica de manera gratuita. Prueba de ello es que, a partir de la pandemia, muchas personas del extranjero buscan profesionales en México para recibir y pagar psicoterapia en línea, por medio de alguna plataforma virtual.

El manejo del dinero en asuntos psicoterapéuticos ha sido un dilema interesante. Me refiero a las motivaciones y limitaciones que los pacientes refieren para pagar una consulta psicológica y al monto que debe cobrar el profesional en salud mental por sus servicios.

Para los psicoanalistas, hablar de dinero en una sesión tiene las mismas implicaciones que hablar de sexo, erotismo y de problemas con la defecación. En este último tema, los pacientes entran en conflicto, primero, en pagar o no por una consulta y, segundo, en valorar el monto requerido ante el beneficio obtenido. Lo que sucede en una sesión terapéutica es que no es una mercancía por la que hay que pagar, sobre todo si no se recibe una receta de medicamentos, sino que se paga por lo que se utiliza de ella, que es hablar, llorar, gritar, quejarse y expresar ideas y emociones que no se han podido desahogar en otros momentos. Tiene que ver con las actitudes de soltar y ser generoso con el gasto económico-emocional y el retener o economizar lo poco o mucho que se tiene de dilemas.

Las curiosidades en los estilos de pago de los pacientes son muy variadas. Una paciente me pagaba puntualmente sus consultas del mes, con puros billetes de 20 pesos. Una derechohabiente del IMSS, quien no obtenía viáticos de transporte de la institución para venir desde San Juan del Río, vendió en dos ocasiones sus sartenes para acudir a Querétaro a su consulta. Otro paciente pagó la consulta con lo que recibió de pago por un trabajo de mantenimiento residencial ese día. Una persona con alcoholismo crónico regresó, luego que abandonó la terapia, diciendo que le era más barato venir al psicólogo que pagarle al que le hizo una limpia con yerbas que no le sirvió.

Muchos pacientes en una institución de salud pública no asisten ni a la primera entrevista, quizá porque no tienen que pagarla monetariamente e intuyen que asistir es cumplir con un castigo por ser responsables de lo que se hacen, sienten y de lo que se piensan.

Los psicólogos tenemos que cobrar por cada cita programada, asista o no el paciente, pues es su reservación para ser utilizada como él lo desee. Primero, para que la relación paciente-terapeuta no se convierta en familiar y tome el carácter de servicio profesional. En los servicios gratuitos, que no deberían darse, el paciente está en desventaja ante alguna intervención por mala práctica profesional. Segundo, representa el sentido de valoración por su propio tratamiento y la capacidad de cuánto está dispuesto a pagar. Los 500 pesos que en promedio cuesta una consulta pueden significar mucho para algunas personas, pero poco para otras. Por ello, en algunos casos, es el paciente quien sugiere el monto a pagar y el psicólogo acepta, asegurando el compromiso del paciente para trabajar una terapia.

Por ello, al menos en la psicoterapia ofrecida en instituciones públicas, es recomendable que existan condiciones especiales para recibir la atención, de otra forma, no habrá el compromiso de asistir y se desvalorará el trabajo del profesional en salud mental.

* Psicólogo clínico (UAQ), coordinador de área en Salud Mental y Psicológica de IXAYANA y psicólogo clínico adscrito al Hospital General Regional del IMSS-Querétaro. Ver otras colaboraciones de Saber de-mente.