free contador
martes, abril 22, 2025
    GURÚESEl 11er. mandamiento: quiérete a ti mismo (parte uno)

    El 11er. mandamiento: quiérete a ti mismo (parte uno)

    Uno de los personajes más conocidos de la mitología griega es Narciso, un joven apuesto pero a la vez engreído, quien al ver su imagen reflejada en un estanque quedó prendado de sí mismo. Incapaz de separarse de su propio hechizo, acabó arrojándose a las aguas, pereciendo de esta manera. De ahí que el amor desbordado de un sujeto hacia sí mismo sea conocido como narcisismo. Si bien como tal este no es malo, llevado a un nivel patológico se tipifica como un desorden de personalidad, dado que quien lo padece es incapaz de advertir y reconocer sus propias fallas.

    La autoestima, entendida como el aprecio por uno mismo, está conformada por dos variantes: la positiva y la negativa. La primera es altamente deseable, pues es una señal saludable de que confiamos en nuestras fortalezas. La segunda, asociada al narcisismo, es errónea, porque crea la falsa sensación de que no hay nada más por aprender, ya que somos perfectos.

    Uno de mis libros favoritos de Walter Riso, un connotado escritor y conferencista, lleva por título “Enamórate de ti: el valor imprescindible de la autoestima”. Si bien la idea de enamorarse de uno mismo bien podría sonar a narcisismo, lo cierto es que Riso pretende exactamente lo contrario, ya que parte de la idea de que una persona que no se ama a sí misma difícilmente podrá extender su amor hacia sus semejantes.

    De acuerdo con Riso, los cuatro pilares básicos de la autoestima son: a) autoconcepto (no lastimarte a ti mismo), b) autoimagen (qué tanto te gustas o no), c) autorreforzamiento (echarte porras por tus buenas acciones) y d) autoeficacia (qué tanto confías en ti mismo). Veamos cada uno en detalle.

    AUTOCONCEPTO. Este pilar tiene que ver con lo que piensas de ti cuando te evalúas como persona. La autocrítica es recomendable, siempre y cuando te lleve a aprender y crecer. No obstante, de manera indiscriminada genera estrés, con el riesgo de dañar la imagen de uno mismo. Esto sucede cuando alguien se obsesiona pensando: “Me gustaría ser más alta, más bella, más inteligente, más sensual, más eficiente”. También perjudica el autoconcepto ponerse etiquetas como “soy torpe”, “soy un inútil”, “soy incapaz” o “soy un bueno para nada”. Para salvar el autoconcepto, Riso recomienda intentar ser más flexibles, no ponernos metas inalcanzables, querernos y admitir nuestras derrotas sin que ello nos robe la paz o la esperanza.

    AUTOIMAGEN. Emulando un poquito a Narciso, es importante gustarte cuando te ves al espejo. Destaca las cosas que te gustan de ti, aunque no coincidan con lo que los demás valoran o aprecian.

    AUTORREFORZAMIENTO. Lo que nos decimos en nuestras conversaciones internas determina en gran parte nuestra manera de sentir y actuar. El autoelogio es una manera positiva o constructiva de hablarte a ti mismo y de felicitarte cuando crees haber hecho bien las cosas.

    AUTOEFICACIA. Es verse a sí mismo como una persona confiable y efectiva. Para poder mantenerte en esta frecuencia, destierra el “no soy capaz” de tu vocabulario. Y no te programes pensando que las acciones que emprendas saldrán mal. Y si no salen como tú quisieras, al menos podrás sentirte satisfecho de que no te quedaste cruzado de brazos.

    Referencia bibliográfica: Riso, W. (2012). “Enamórate de ti: el valor imprescindible de la autoestima”. Estados Unidos: Océano.

    Edición del Día

    Mantente informado

    Suscríbete a nuestro newsletter y recibe las últimas noticias gratis.

    Más contenido

    Más noticias