Érase una vez un hombre…

Érase una vez un hombre que se percibía a sí mismo como una mezcla de Jesucristo, Gandhi, Robin Hood y Benito Juárez…

Érase una vez un hombre que, cual Quijote de La Mancha, peleaba contra sus propios molinos de viento: Porfirio Díaz, Salinas, Zedillo, Calderón, los periodistas, el INE… y hasta contra un tuit: “Porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra”…

Érase una vez un hombre que prometió que a la mitad de su sexenio ya no habría guerra y bajarían los índices delictivos: “Cuando triunfe nuestro movimiento no va a haber masacres en México, se va a terminar con la guerra”…

Érase una vez un hombre que no solo tenía otros datos, sino su propio diccionario: “Ya no hay masacres en el país, esos son enfrentamientos entre bandas”…

Érase una vez un hombre que consideró que el crimen se combatía con abrazos y no balazos, que la tasa de homicidios se reducía con la existencia de una sola banda delincuencial en las diferentes zonas: “Hay lugares en donde predomina una banda fuerte y no hay enfrentamientos entre grupos y por eso no hay homicidios (…) Por ejemplo, en Sinaloa”…

Érase una vez un hombre que liberó al hijo narcotraficante de uno de los narcos más poderosos del mundo, hoy sentenciado a cadena perpetua en los Estados Unidos: “Tengo mi conciencia tranquila”; y, además, rindió pleitesía y estrechó la mano de la madre de ese capo: “Te saludo, no te bajes. Ya recibí tu carta”…

Érase una vez un hombre que pidió respeto hacia los criminales: “Los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto y el uso de la fuerza tiene límites”…

Érase una vez un hombre que pidió a los delincuentes portarse bien, porque “ya chole” con eso de estar haciendo cosas indebidas y provocar sufrimiento al prójimo; y los llamó a no hacer sufrir a sus mamás: “Ahí andan las mamacitas sufriendo porque sus hijos están detenidos o porque no les han hecho justicia porque uno de los hijos o dos perdieron la vida”.

Érase una vez un hombre que exigió al Papa pedir perdón por los abusos de la Conquista, pero no se disculpó por los sacerdotes acribillados en su gobierno: “Hubo matanzas, imposiciones. La llamada Conquista se hizo con la espada y con la cruz” …

Érase una vez un hombre que hizo pedazos el Estado de Derecho: “Que no vengan con ese cuento de que la ley es la ley”…

Érase una vez un hombre que acusó a las feministas de manifestarse para afectar a su administración: “Hay que ver qué es lo que está detrás, porque hace unos dos años, cuando empezó el movimiento feminista muchas mujeres participaron, pero se empezaron a dar cuenta de que se habían convertido en feministas conservadoras solo para afectarnos a nosotros, solo con ese propósito”.

Érase una vez un hombre que justificaba así la desaparición de más de 31 mil personas en su Gobierno: “Puede ser que los buscamos y que antes no”.

Érase una vez un hombre tan terco que, a pesar de haber acumulado más de 121 mil 655 asesinatos en más de tres años de su sexenio, sostenía: “Tenemos que continuar con la misma estrategia porque no se puede enfrentar la violencia con la violencia”…

Érase una vez un hombre que, a pesar de haber gobernado por casi cuatro años, siguió culpando al pasado de su falta de resultados: “Dicen que ahora hay más asesinatos que en la época de Felipe Calderón, sí, nada más que nosotros recibimos los homicidios hasta la punta, hasta mero arriba, y Calderón no recibió así el país”…

Érase una vez un hombre que soñó con ser presidente para acabar con los graves problemas de México y fantaseó con llevar a cabo una cuarta transformación … y cuando obtuvo el triunfo, simplemente fracasó…