Se dice que una regla del ejército de los Estados Unidos orientada a recordarles a los soldados sus obligaciones cotidianas dice así: “Si se mueve, salúdalo; si no se mueve, levántalo; si no puedes levantarlo, píntalo”. Prácticas estandarizadas como estas les resultan de una enorme ayuda a los reclutas, ya que les ahorran la engorrosa labor de tomar decisiones cada vez que deben cuadrarse frente a un superior, regresar a su lugar aquello que terminó de usarse y mantener en buen estado el equipo a la intemperie.
Siguiendo la lógica del ejemplo anterior, reglas como la mencionada simplifican la tarea de tomar decisiones, ya que nos indican cuál de varias posibles acciones resulta la más apropiada para resolver una situación dada. Para cumplir dicho cometido, Mikael Krogerus y Roman Tschäppeler escribieron “El pequeño libro de las grandes decisiones: cincuenta modelos para el pensamiento estratégico”. Como su nombre lo dice, estos autores encontraron 50 maneras de facilitarnos la vida a la hora de tomar decisiones en la rutina diaria. Te comparto aquí algunos de los métodos sugeridos.
Al primero se le conoce como “la matriz de Eisenhower”, llamada así para recordar una frase pronunciada por el mandatario estadounidense del mismo nombre: “Rara vez las decisiones más urgentes son las más importantes”. En la citada matriz se plantean cuatro posibles acciones para ser más efectivos a la hora de afrontar un situación determinada: 1) Si el problema no es importante ni urgente, no hay prisa en tomar una decisión para resolverlo. 2) Si el problema es importante pero no urgente, ponle fecha a cuándo habrás de tomar la decisión que te permitirá resolverlo. 3) Si el problema es urgente pero no importante, delégale a alguien más la responsabilidad de decidir la mejor manera de solucionarlo. 4) Si el problema es urgente y a la vez importante, toma una decisión de manera inmediata para una pronta resolución.
Otra de las técnicas seguramente te resultará conocida: el análisis FODA, que nos permite identificar y evaluar aquellas fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas que deberíamos tomar en cuenta a la hora de ejecutar un proyecto. Dicha modalidad fue desarrollada en los años 60 por investigadores de la Universidad de Stanford.
Otra de las herramientas que me parecieron sumamente valiosas es “el modelo de la encrucijada”, que nos invita a responder cinco preguntas clave a la hora de decidir nuestro rumbo de vida: A) ¿DE DÓNDE VIENES? (cuáles son los principales acontecimientos y obstáculos que hasta ahora has enfrentado), B) ¿QUÉ ES LO REALMENTE IMPORTANTE PARA TI? (identifica tres valores o principios que te resulten prioritarios), C) ¿CUÁLES SON LAS PERSONAS CLAVE EN TU VIDA? (considera aquellos individuos cuyas opiniones valoras en grado superlativo), D) ¿CUÁLES SON LOS PRINCIPALES OBSTÁCULOS QUE ENFRENTAS? (qué aspectos de tu vida te dificultan pensar en las cosas realmente trascendentes para ti), F) ¿DE QUÉ TIENES MIEDO? (haz una lista de las circunstancias que te preocupan y debilitan). Como paso siguiente, repasa tus notas y pregúntate: ¿qué temas y patrones emergen? Finalmente, decide cuál es el camino que habrás de seguir para lograr aquello que te propones en la vida.