La víspera, la Suprema Corte de Justicia de la Nación anuló una reforma legal que obligaba a medios y periodistas a precisar cuándo estaban presentando información y cuándo estaban presentando una opinión.
Es una decisión importante porque tiene que ver en principio con los derechos de información. Primero, con el libre ejercicio del periodismo y segundo, con los derechos de las audiencias.
La reforma aprobada por el Congreso de la Unión en octubre de 2017, determinaba cambios en la “Ley federal de telecomunicaciones” para obligar a quienes conducen noticiarios de radio y televisión a que hicieran permanentemente la aclaración de cuándo estaban presentando información y cuándo cada periodista vertía su opinión.
El argumento es que las audiencias tienen el derecho de saber la diferencia entre información y opinión y evitar, con ello, la manipulación.
Claro que las audiencias tienen derecho a saber cuándo un medio o periodista les está dando información útil y cuándo están recibiendo solo comentarios, juicios de valor y opiniones, e inclusive deberían saber cuándo alguien les está ofreciendo publicidad o propaganda disfrazada de noticia.
En México, como en cualquier parte del mundo, sobran las “personas opinadoras” y falta periodismo profesional. Los medios están saturados de quienes se venden como analistas, especialistas en algo o simplemente opinantes, y ese enorme abanico de personalidades casi siempre ha sido carente de algo: información.
Es decir, este grupo de opinólogos normalmente opina sin basarse en información, en datos o en evidencias; opina conforme a sus convicciones y por lo regular con intención de descalificar algo o a alguien.
Sin embargo, pensar que cualquier periodista o quien conduce noticiarios de radio y TV debería estar anticipando la calidad de lo que dice es un poco ocioso, complicado y va contra el sentido mínimo de producción. Sería algo así: “Amable audiencia, le presento esto que es información (entra información). Y ahora amable audiencia, le voy a dar mi opinión sobre esta información que acabo de presentarle”. Hacer esto con cada noticia sería ocioso.
La solución sería la más útil: que los medios se limiten a presentar información periodística de manera profesional, porque las opiniones no sirven. Es el mundo ideal.
Tampoco podemos pensar que las audiencias son tontas y no distinguen entre información y opinión. Recordemos que cada persona elige el medio que le es afín a sus pensamientos, ideas y emociones, aunque en pleno respeto de sus derechos a ser informada; lo que menos necesitan las personas son opiniones ajenas.
El periodismo profesional debe ofrecer información a secas y dejar que cada persona que la recibe defina su propia opinión.
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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo hoy”, que se transmite los martes a las 13:00 h, por Radio Educación.