Para decirlo en pocas palabras, una fobia es un miedo salido de control que impulsa a quien lo padece a hacer lo imposible para sacarle la vuelta a aquello que tanto lo repele. Por ejemplo, una persona con un miedo fóbico a los elevadores no dudará en subir y bajar 20 pisos de escaleras, si fuese necesario, antes que meterse a uno. O quien siente fobia a volar será capaz de pasársela viajando en tren o en camión toda la vida con tal de no experimentar el suplicio de viajar por la vía aérea.
CÓMO SE ORIGINAN LAS FOBIAS. En su libro “Cómo dominar tus miedos y tus fobias” (“Mastering your fears and phobias”), Antony, Craske y Barlow (2006) identifican las tres maneras más comunes de desarrollar una fobia: 1) CONDICIONAMIENTO TRAUMÁTICO. Se da cuando la persona enfrenta una experiencia negativa directa con el objeto o situación que le origina un trauma. A manera de ejemplo, en la entrega anterior me refería a un conocido de mi familia, quien siente un verdadero terror hacia los perros como consecuencia de haber sido atacado por uno sin que nadie a su alrededor acertara a quitárselo de encima. O sería el caso de alguien que desarrolla una claustrofobia por haberse quedado encerrado en un edificio toda una noche por motivos circunstanciales. 2) APRENDERLA DE OTROS. Se desencadena si de niños convivimos con alguien que padecía de una fobia en particular, la cual, al ir creciendo, fuimos adoptando de manera inconsciente. 3) MIEDOS TRANSMITIDOS. Se da cuando alguien a nuestro alrededor nos insta a tomar todas las precauciones posibles para evadir una situación determinada. Por ejemplo, si una persona cercana está convencida de que salir a la calle de noche es peligroso, es posible que a largo plazo padezcamos de agorafobia (miedo a los espacios exteriores), sobre todo aquellos en los que nos resultaría difícil solicitar ayuda en una situación de emergencia.
La Enciclopedia de Fobias, Miedos y Ansiedades (2008) agrega una causa adicional: LOS MIEDOS ANCESTRALES. Es decir, aquellos que han quedado registrados en el cerebro humano en el transcurso de la evolución como una manera de protegernos contra criaturas peligrosas y otros riesgos provenientes del mundo natural, entre ellos, arañas, serpientes, insectos, tormentas y oscuridad nocturna.
LAS FOBIAS MÁS COMUNES. Los expertos enlistan las siguientes entre las más frecuentes: miedo irracional a la sangre (hematofobia), susceptible de generar desmayos, así como el temor a las agujas hipodérmicas (belonefobia) y a las operaciones quirúrgicas (tomofobia); miedo excesivo a los espacios cerrados (claustrofobia), por ejemplo, entrar a una caverna o a un sótano oscuro; temor desproporcionado hacia los animales (zoofobia); miedo a las alturas (acrofobia), incluso cuando no se corre un peligro evidente; hostilidad hacia los extranjeros (xenofobia); miedo a que nos toquen (afenfosmofobia); miedo a los payasos (coulrofobia), que se desató en los Estados Unidos, en los años 80, a raíz de los crímenes cometidos por John Wayne Gacy, un asesino serial que solía disfrazarse de payaso.
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