Poco después de terminar mi doctorado en comunicación, a mediados de los años 90, uno de mis trabajos de investigación fue seleccionado para ser presentado en un congreso internacional, celebrado en la ciudad de Nueva York. Tuve oportunidad en aquella ocasión de hospedarme en el Marriott Marquis, en el corazón de Manhattan.
Uno de mis recuerdos más presentes es el de una tienda monumental de discos enclavada frente al hotel, la Virgin Records Megastore, que ocupaba un edificio de tres pisos en Times Square. Hablo, por supuesto, de una época en que la música de ‘streaming’, al estilo Spotify, hubiese parecido cosa de ciencia ficción. Si querías buena música, tenías que acudir a una tienda de discos para ampliar tu colección; no había más. Por ello, poder vagar por los pasillos de la megatienda se convirtió en poco menos que un sueño vuelto realidad.
Traigo a cuento esta anécdota debido a que Richard Branson, uno de los emprendedores más grandes de todos los tiempos, es el fundador de Virgin Records. Vigila también las operaciones del Grupo Virgin, que aglutina nada menos que a 400 compañías de los más diversos sectores, una de ellas, dedicada al turismo espacial: Virgin Galactic. De hecho, Branson viajó al espacio en julio del año pasado en una de las naves de su empresa, la cual alcanzó una altitud de 86 kilómetros. A sus 70 años, se convirtió así en una de las tres personas de más edad en navegar por el espacio exterior.
Como la mayoría de los emprendedores, Branson empezó desde muy joven. A los 16 años, cuando era estudiante de prepa, editaba ya una revista, cuyas oficinas se encontraban en el sótano de una iglesia. Una de las celebridades que logró entrevistar para su incipiente revista fue Mick Jagger, el Rolling Stone consentido. Sus lectores podían, además, hacer pedidos de discos de hits musicales, que el adolescente les surtía por correo. Tres años después, abriría su primera tienda de discos, en la calle Oxford de Londres.
Kevin D. Johnson, otro emprendedor, dirige Johnson Media Inc., una compañía enfocada a la comunicación y a la mercadotecnia, entre cuyos clientes figuran Coca Cola, McDonald’s y Cadillac. Johnson es también autor del libro “The entrepreneur mind” (“La mente del emprendedor”), que forma parte de mi biblioteca personal.
Para este personaje de negocios, ser emprendedor supone pensar diferente: “Si bien la mayoría de la gente busca sentirse segura, los emprendedores toman riesgos. No les interesa tener un empleo, sino crear empleos. Su meta no es pensar fuera de la caja, sino convertirse en dueños de la caja”, apunta en la introducción de esta obra.
Para Johnson, todo emprendedor debe plantearse tres preguntas torales. La primera es ¿dónde me encuentro ahora? La segunda, ¿dónde quiero estar? Y la tercera: ¿cómo podría llegar allí? Juntas, dichas interrogantes constituyen la esencia de una estrategia exitosa.
Sin embargo, basado en su propia experiencia de negocios, el autor no comparte la idea de que necesariamente se tenga que asociar a un emprendedor con la idea de éxito. “Serlo es una de las cosas más difíciles que hecho en la vida y lo cierto es que no todos los emprendedores ganan las carretadas de dinero ni viven la vida perfecta, aunque tampoco es un asunto para débiles”, señala en su libro.
(Continuará la próxima semana)
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