Una mentira repetida mil veces…

¿Será deliberada la desinformación en la que incurre el presidente López Obrador… o simplemente es producto de una ignorancia supina?

El engaño en el que incurre es ya cotidiano; gobierna mediante falsedades y prejuicios que son replicados por su gabinete y no son cuestionados por sus seguidores.

Sus dichos son pues concebidos como dogmas, es decir, expresiones que se dan por ciertas; “principios innegables”, según la Real Academia Española (RAE).

Un claro ejemplo es lo que está sucediendo en torno al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

Desde el arranque de su administración, López Obrador expresó su repudio y su firme intención de desaparecerlo… sin más ni más.

Y es que, en resúmen, para él, dicho organismo -cuyo nombre no es capaz siquiera de pronunciar y solo lo menciona como “el instituto de la transparencia” (como en su momento le sucedió a Peña Nieto, quien refirió al entonces Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos, IFAI, como “instituto de información y de acceso… de información y de acceso a la opinión pública”- ha sido “una fachada para encubrir las corruptelas de los funcionarios”.

“Es más que nada para simular que se combatía la corrupción, es el que estuviésemos volteando todos hacia allá y por aquí atrás estuvieran, estuviesen saqueando; que no volteáramos a ver para acá, sino que estuviésemos contentos. Ya hay un instituto para la transparencia, no se preocupen, estense tranquilos, ellos van a cuidar, ya no va a haber gente como García Luna, sí, ya no van a saquear, no van a robar porque ya tenemos estos organismos”, declaró la semana pasada.

También dijo: “¿Qué, no existe la oficina de la Función Pública? ¿Qué, no existe en el Poder Legislativo, primero, la facultad de aprobar el presupuesto y de darle seguimiento al ejercicio del gasto? Por eso existe en la Cámara de Diputados la Auditoría Superior de la Federación. ¿Qué, no existe la Fiscalía Anticorrupción? ¿Qué, no existe la Fiscalía General de la República?, ¿Qué, no todas las dependencias del gobierno federal y organismos del Poder Judicial y del Poder Legislativo están obligados a informar? Existen las contralorías casi en cada oficina”.

Y he ahí la desinformación; en primer lugar, porque al INAI no le corresponde combatir la corrupción ni fiscalizar el gasto público.

¡Tan fácil que es leer el artículo 6 de la Constitución: “El derecho a la información será garantizado por el Estado (…) VIII. La Federación contará con un organismo autónomo, especializado, imparcial, colegiado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, con plena autonomía técnica, de gestión, capacidad para decidir sobre el ejercicio de su presupuesto y determinar su organización interna, responsable de garantizar el cumplimiento del derecho de acceso a la información pública y a la protección de datos personales en posesión de los sujetos obligados en los términos que establezca la ley”.

Igualmente sencillo resulta consultar el artículo 23 de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública para saber que entre los sujetos obligados a transparentar y permitir el acceso a su información y proteger los datos personales que obren en su poder, están estos que menciona; por lo que su propuesta es que sean juez y parte…

En cuanto a que la Función Pública asumiera esta labor, basta con recordar que el artículo 89 de la Carta Magna, faculta al presidente para nombrar y remover libremente a los secretarios de estado; y que el 10 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal consigna que “Las Secretarías de Estado tendrán igual rango y entre ellas no habrá, por lo tanto, preeminencia alguna”. ¡Por algo la Carta Magna ordena que el INAI sea un organismo autónomo! El artículo 37 enumera los asuntos que corresponden a esta dependencia; los cuales nada tienen que ver con los del INAI.

Y para comprender que la naturaleza de la ASF es distinta a la del INAI, hay que revisar el artículo 74 de la Constitución, en relación con las facultades exclusivas de la Cámara de Diputados, particularmente la revisión de la cuenta pública.

El presidente no entiende -o finge no entender- lo que significa el derecho a la información:

“Porque aquí oficio, oficio y oficio, tenemos una oficina nada más para estar contestando todo, hasta de cuánto papel sanitario utilizamos en el departamento. No exagero lo que les estoy diciendo. Y todavía hace unos días, la última sesión que tuvieron, que si mi título y mi tesis”.

Su estrategia de gobierno se resume a la frase de Goebbels que tanto dice repudiar: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, lo que ha causado un gran daño al país; aunque un sector importante de la sociedad se niegue a reconocerlo… quizá también por desconocimiento.

El capricho presidencial…