Como comentaba la semana pasada, una empresa especializada en estudios de mercadotecnia acaba de declarar al 2023 como El Año de la Hiperfatiga, lo cual no deja de resultar sorpresivo, ya que hemos estado tan enfocados en superar las múltiples secuelas que nos dejó la pandemia que ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que nos encontramos francamente exhaustos.
De acuerdo con un estudio reciente, dos de cada cinco personas confesaron que preferían una hora más de descanso nocturno que pasar más tiempo con la familia y amigos. ¡Así de alto es el precio que debemos pagar por el desenfrenado ritmo de vida que solemos chutarnos! Matthew Apps, un investigador que ha estudiado los efectos de la fatiga, confirma que, de hecho, dormir es un proceso sanador porque nos permite restaurar la energía. Por ello, sugiere dormir por lo menos siete horas. Si esto no fuese posible, con una siesta de 20 a 30 minutos a la mitad del día recobraremos la vitalidad.
Greg McKeown refiere en su libro “Esencialismo: logra el máximo de resultados con el mínimo esfuerzo” (2022) el alarmante caso del vicepresidente de una importante empresa de tecnología, quien le confesó que se la pasaba ¡35 horas a la semana! en todo tipo de juntas. No es de extrañarse que el mencionado directivo no pudiera dedicar siquiera una hora al mes a reflexionar sobre cómo llevar su compañía al siguiente nivel.
Caso contrario, otro capitán de empresa decidió combatir de una manera imaginativa el frenético tren de vida de él y de sus colaboradores. Se trata de Frank O’Brien, quien el primer lunes del mes reúne a sus 50 empleados en un lugar aislado con un solo propósito: pasar el día conviviendo y charlando sobre temas ajenos al trabajo. Lo bautizaron como el “lunes sin llamadas”, pues a todos se les prohíbe usar su celular o conectarse a Internet. En las raras ocasiones en las que alguien llega a faltar porque tiene mucho trabajo, O’Brien ve en ello un indicador de que: a) tal vez deba contratar más personal, b) dichos empleados son más bien ineficientes.
Para evitar el cansancio extremo, McKeown recomienda dejar de lado aquellas cosas que no resulten realmente importantes. Para ello resultará necesario empezar a decirle “no” a aquellos que suelen sacar ventaja de nuestra usual disposición a ayudarlos a costa de nuestro bienestar. En una época de mi vida, yo me enorgullecía de mi intensa capacidad de trabajo y siempre andaba de abajo para arriba haciéndome cargo de lo que otros se negaban a hacer. Incluso me burlaba de quienes tenían el buen tino de llevar las cosas con calma. Aprendí la lección de una manera por demás drástica cuando, dos días antes de la Navidad, acabé en el hospital por todas aquellas ocasiones en que sacrifiqué mis horas de paz y de descanso.
La hiperfatiga es un cansancio mental que nos chupa la energía y ocasiona serias repercusiones en nuestra vida familiar, laboral, social e inclusive romántica, por lo que no podemos tomarla a la ligera. Jeff Foster, un médico citado por el diario “Huffington Post”, sugiere: “Necesitamos salir de la oficina y socializar más, ya que el cuerpo se siente menos cansado cuando le permitimos reposar al cerebro”.
Los expertos recomiendan también dedicarles más tiempo a aquellas cosas que nos hacen sentir felices, ya sea leer, hacer ejercicio, cocinar o sentarnos a reposar cómodamente. Los primeros cinco minutos tal vez nos sintamos culpables de “no estar haciendo nada”. Las siguientes dos horas, cuerpo, mente y alma nos lo agradecerán.