Entre periodistas de la Ciudad de México y muchas entidades, seguro cada quien tiene al menos una anécdota con Porfirio Muñoz Ledo. Mi primer contacto fue cuando Porfirio era presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), a mediados de los años 90.
A Muñoz Ledo lo entrevisté muchas veces, pude conversar otras tantas y escucharlo dictando alguna conferencia o dando un mensaje en el Congreso de la Unión, que era el espacio donde más le gustaba estar, especialmente en la tribuna parlamentaria.
Era un tipo brillante, con una agilidad mental y una agudeza a la hora de hablar que, si te descuidabas medio segundo, te convencía de lo que estaba diciendo.
Le fascinaba dar entrevistas. Como buen animal político, sabía que aparecer en la prensa era una obligación, no un gusto. Claro que, además, amaba los reflectores.
Como político era un excelente comunicador. Ya quisiera cualquier personaje de la vida pública tener al menos el uno por ciento de la habilidad que tenía Porfirio para dar discursos y hablar ante la prensa.
Era dueño del ‘timming’; sabía perfectamente qué decir y en qué momento decirlo para dar la nota del día. En el Congreso esperaba pacientemente a que la mayoría de periodistas estuviese pendiente de él, para entonces decir o hacer lo justo para aparecer en los noticiarios de la noche y en las páginas de los diarios del día siguiente.
Recuerdo una vez que acudí a cubrir una conferencia que impartió en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Un amigo reportero y yo lo atajamos antes de entrar al auditorio; de hecho, lo “tacleamos” en el estacionamiento. Recuerdo muy bien sus palabras.
“A ver, muchachitos (ambos éramos aún jóvenes reporteros), claro que les doy la entrevista, pero después de mi conferencia, porque si les digo algo ahorita, se van a ir y ya no me van a escuchar lo que tengo que decir y es muy interesante”. Nos quedamos hasta el final.
Después me tocó cubrir su efímera campaña presidencial por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) en el 2000. Éramos un grupo pequeño de periodistas que lo cubrimos, cuando el resto andaba detrás de Vicente Fox Quesada (PAN), Francisco Labastida Ochoa (PRI) y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (PRD).
Porfirio Muñoz Ledo fue un personaje que podía ser amado y odiado, pero fue una pieza importante en la historia reciente del país. Firme creyente de la llamada “Tercera Vía”, fue constructor de alianzas y gobiernos de coalición.
Fue un político marrullero como el que más, sin temor a pasar por encima de quien fuera en aras de alcanzar sus metas. No por nada fue el político arcoíris, porque transitó por prácticamente todos los partidos políticos.
Aun así, y sin pretender adular a este personaje, sí hay que reconocer que cambió la forma de hacer política y de hacer parlamentarismo, y enseñó a varias generaciones de periodistas a ser más hábiles que él a la hora de entrevistarlo.
PD. Esas estrellas del periodismo que hicieron su video para exigir esclarecer el atentado contra Ciro Gómez Leyva… ¿dónde andan ahora que asesinaron a otro colega?
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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo hoy”, que se transmite los martes a las 13:00 h, por Radio Educación.