López Obrador sigue recurriendo a las cartas… ahora les tocó a César De Castro, el abogado del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en el juicio por narcotráfico y delincuencia en los Estados Unidos; y a Martín Adolfo Santos Pérez, Juez Octavo de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México, quien concedió a Xóchitl Gálvez una suspensión provisional que le ordenó -entre otras medidas- abstenerse de hacer manifestaciones “con malicia” en contra de la senadora.
En el caso del abogado, meses atrás, el presidente había anunciado que procedería legalmente en su contra por pretender involucrarlo en el caso; y, aunque reculó, le envió una misiva:
“Consulté a varios abogados y resulta que usted, de conformidad con las leyes vigentes en su país, goza de impunidad; es decir, no hay sustento legal para interponer una demanda a quien, de hecho, calumnia y difama (…) No omito confesarle que tenía muchas ganas de denunciarlo, no sólo por cuestiones personales, sino por su actuación alevosa y arrogante de poner en duda la dignidad del presidente de México. No obstante, como este asunto no sólo es de carácter jurídico, sino político y fundamentalmente moral, decidí escribirle esta carta para exhortarlo a que nunca olvide que el fin no justifica los medios; que la mentira jamás podrá prevalecer por encima de la verdad y que lo más importante en la vida no es ni el poder, ni el dinero, sino la honestidad”.
Al juez Santos, le escribió: “Ya sé que ustedes, los supuestos defensores de la ley, se escudan en el llamado ‘Estado de Derecho’, que no es más que un ‘estado de chueco’, y que la justicia no les importa(…) Le informo que enviaré este escrito al Consejo de la Judicatura Federal para que pueda investigar su actuación que evidencia su deshonestidad propia de conservadores y su claro interés político de afectar el proyecto que represento y que millones de mexicanas y mexicanos apoyaron con su voto en 2018 y que siguen respaldando”.
Los escritos epistolares, más allá de lo anecdótico y hasta hilarantes que puedan resultar -y aunque carezcan de valor jurídico e, incluso, atenten contra este- son parte de su estrategia mediática; pero, además, parecen constituir su “legado”… baste observar su regocijo al hacerlas públicas y la sonrisa en su rostro mientras, parado a un costado de la enorme pantalla en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, contempla los documentos proyectados: “¡Soy el mejor presidente que ha tenido México!”, debe repetirse una y otra vez a sí mismo.
Sobre las cartas, en marzo del 2021, el académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ, Ricardo Rivón Lazcano, expresó:
“Está instalado en ese mundo imaginario de la historia que algunos historiadores llaman la ‘historia de bronce’, la historia de los grandes personajes; y esos grandes personajes de nuestro pasado, su instrumento de comunicación eran justamente las cartas, el género epistolar”.
Para el académico, AMLO y su equipo usan este recurso para tener seducida, informada y atenta a la ciudadanía objetivo, “para mantener la atención de toda esa población que votó por él, con la esperanza de que iba a tener un gobierno completamente distinto y que se iba a dar en la realidad su promesa de una transformación clara, evidente”.
Aunque opina que la estrategia de tratar de construir una nueva realidad desde el lenguaje, la comunicación -es decir la búsqueda del hombre nuevo- muestra que se encuentra atrapado en el pasado:
“Y ahí hay una amalgama de la forma de comunicación de siglo XIX que le fascina al presidente -y seguramente a la gente cercana a él- y toda la intencionalidad político-ideológica de la comunicación de la primera mitad del siglo XX con las grandes potencias; pero detrás de toda esa lucha están las grandes ideologías del liberalismo, el comunismo, el socialismo, un poco el conservadurismo”.
Aunque -puntualizó- esto hace que AMLO pierda un poco la mirada objetiva de la realidad: “La globalización es un hecho, los nacionalismos ya dieron lo que tenían que dar; lo cual no quiere decir que estén muertos y sepultados. Y ya sabemos que no pueden dar gran cosa y el presidente trata de revivir esa vida sentimental de México”.
Sobre si intenta construir con sus epístolas un legado ideológico y que las futuras generaciones puedan recordarlo como él evoca a Juárez y a Madero, el académico anticipó lo que hoy justamente estamos viviendo:
“Yo creo que sí, y algo que podría soportar esta inferencia es la intención que traen muy clara de modificar los contenidos de los libros de texto gratuito, ahí van a hacer otra serie de movidas para poner a tono con este asunto de la cartilla moral (la versión actual) y de la economía moral; cosa que han hecho los regímenes de toda la historia: tratar de elaborar la narrativa de su gobierno, lo que tratan de hacer es que la gente tenga elementos de lenguaje, de imaginación simbólicos para interpretar la realidad al gusto de ellos”.
… Más claro, ¡ni el agua!
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