GURÚES

De la autoestima a la autocompasión (parte 1)

Si una persona de confianza te preguntase qué tanto te quieres a ti misma, ¿cómo le responderías? Por lo pronto, te daré dos opciones de respuesta. Tú dime cuál sería la más cercana a lo que le dirías: A) “Por supuesto que me quiero; disto de ser perfecta, pero le concedo un gran valor a la persona que soy y a las cualidades que poseo”. B) “Quisiera quererme más, pero no estoy segura de ello; siento que la vida me rebasa en muchos sentidos y no soy capaz de cumplir con las expectativas de otros… algo está mal conmigo”.

La primera respuesta sería propia de una persona con alta AUTOESTIMA. En su libro “El poder de la autoestima”, Nathaniel Branden, una de las máximas autoridades en la materia, enlista dos rasgos distintivos de estas personas. En primer término, confían ampliamente en su habilidad para salir adelante de los retos que les presenta la vida. Adicionalmente, se sienten merecedores de los frutos de su esfuerzo y defienden sus necesidades y derechos, incluido el derecho a ser y sentirse felices. En contraste, la respuesta B refleja lo contrario.

Felicidades, pues, si te consideras una persona con alta autoestima o estás dispuesto a serlo. Habría que considerar, sin embargo, si posees otra cualidad que juega también un papel importante en el bienestar personal: la AUTOCOMPASIÓN.

De acuerdo con Tim Desmond, un psicoterapeuta, la autocompasión es justo lo que la palabra nos dice: compasión por uno mismo, es decir, darnos una palmadita cuando todo va bien y ser amables con nosotros mismos cuando las cosas no salen como desearíamos. “Es el reconocimiento -afirma en su libro “Self-compassion skills workbook” (“Cuaderno de trabajo sobre las habilidades de autocompasión”)- de que, sin importar lo que suceda en nuestras vidas, somos dignos de amarnos. Cuando las cosas salen bien, la autocompasión nos da permiso de sentirnos bien. Y cuando experimentamos cualquier tipo de angustia, la autocompasión se convierte en una voz interior de apoyo y cariño que nos ayuda a encontrar belleza y significado”.

La razón por la que traigo a cuento ambos conceptos, autoestima y autocompasión, es un artículo reciente de Ali Spotts-De Lazzer en la revista “Psychology today”, en el que esta psicoterapeuta sopesa el valor de cada uno. Si bien ambos nos fortalecen, se pregunta si uno sería preferible al otro e identifica varias similitudes entre los dos conceptos: 1) Hasta la fecha la autoestima se ha estudiado más que la autocompasión; no obstante, las investigaciones científicas respaldan los efectos positivos de ambas en cuanto al bienestar personal. 2) Si bien en ocasiones se nos facilitará conectarnos más con una que con la otra, a largo plazo ambas nos llevan por buen camino. 3) Aunque nos fortalecen en áreas diferentes, en esencia las dos tienen que ver con querernos a nosotros mismos.

Como todo en la vida, considero que en exceso ambas pueden tener sus bemoles: me parece que la exagerada autoestima nos podría acercar al narcisismo (creernos demasiado) y que la autocompasión sobredimensionada podría llevarnos a evadir responsabilidades (querer apapacharnos sin haber hecho una reflexión previa sobre las consecuencias de nuestras acciones).

(CONTINUARÁ LA SIGUIENTE SEMANA)

Fuentes bibliográficas: Spotts-De Lazzer, A. (2023). “Should you pursue self-esteem or self-compassion?”. Psychology Today. Branden, N. (1992). “The power of self-esteem”. Estados Unidos: Health Communications.