El pasado 8 de octubre, el gobierno federal fijó claramente su postura, a través del comunicado No. 417, en torno al ataque de Hamás el día anterior en contra del pueblo de Israel:
“El Gobierno de México ha dado puntual seguimiento a los acontecimientos recientes en Israel y Palestina y condena inequívocamente los inconducentes ataques ocurridos en contra del pueblo de Israel el pasado 7 de octubre por parte de Hamás y otras organizaciones palestinas en Gaza”.
Con todas sus letras, calificó lo sucedido como “acto terrorista” y reconoció el derecho de Israel de defenderse:
“Todo acto terrorista constituye una amenaza a la paz y la seguridad internacionales, lo que demanda la plena cooperación de todos los Estados para prevenirlos y sancionarlos. Ninguna causa justifica el recurso al terrorismo. México reconoce el derecho a la legítima defensa que asiste a Israel, el cual debe regirse por las condiciones establecidas en el derecho internacional. Asimismo, condena el uso de la fuerza, independientemente de quien provenga, principalmente cuando los objetivos han sido civiles, en franca violación al derecho internacional humanitario”.
Pero algo sucedió horas después, porque en la mañanera del lunes el presidente López Obrador, tras pronunciarse en contra de la violencia y a favor de la paz, aseveró: “Nosotros no queremos tomar partido porque queremos ser factor para la búsqueda de una solución pacífica” y sus labios no repitieron la palabra “terrorismo” que el comunicado oficial sí consignó.
¿Acaso la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, no acordó con el presidente el contenido de dicho comunicado? ¡Vaya usted a saber la respuesta a esta pregunta!… aunque cuesta trabajo creer que el posicionamiento sobre un asunto de tal magnitud (en el que mexicanos resultaron desaparecidos) no hubiera sido instruido directamente por él.
La política exterior del presidente López Obrador ha sido inconsistente y contradictoria… desastroza, en resumen; porque cuando le conviene invoca algunos de los principios consignados en el artículo 89, fracción X de la Constitución (autodeterminación de los pueblos, no intervención y solución pacífica de controversias)…pero cuando le da la gana, simplemente los pisotea.
Le exigió al rey de España pedir perdón por la conquista, y como no le contestó, pidió “pausar” las relaciones (“A lo mejor ya cuando cambie el gobierno ya se restablecen las relaciones”)… pausa que, a la postre, resultó “de a mentiritas”.
Respondió con una bravuconada al parlamento europeo por su llamado a garantizar la seguridad de periodistas y activistas en México: “Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación (…) Para la próxima, infórmense y lean bien las resoluciones que les presentan antes de emitir su voto (…) Evolucionen, dejen atrás su manía injerencista disfrazada de buenas intenciones”.
A veces arremete contra Estados Unidos y otras destaca “las buenas relaciones que existen”; considera a la ONU un “florero”, pero usa al organismo como aval en la compra de medicamentos en el extranjero.
En la guerra entre Rusia y Ucrania, primero se pronunció en contra de las invasiones: “Nosotros no podemos aceptar invasiones de Rusia a Ucrania, pero de China a otro país, ni de Estados Unidos a ningún otro país. No a las invasiones, sí al respeto de la soberanía y de la independencia de los pueblos”. De hecho, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, nuestro país votó a favor del cese inmediato del uso de la fuerza por parte de Rusia; pero rechazó aplicar sanciones económicas. Además permitió que miembros del ejército ruso participaran en el desfile del 16 de septiembre e invitó a una delegación militar a la conmemoración la semana pasada del Bicentenario del Heroico Colegio Militar.
Además, en plena invasión a Ucrania, la Cámara de Diputados, de mayoría morenista, instaló un “Grupo de amistad México-Rusia”.
No asistió a la Cumbre de las Américas porque Estados Unidos no invitó a los gobiernos dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Calla sobre la situación en Nicaragua, pero a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, la llamó espuria y advirtió que México seguirá apoyando al expresidente Pedro Castillo, quien, cabe recordar, disolvió ilegalmente el congreso de ese país; porque él piensa que fue injusta e ilegalmente destituido…
Aseguró, incluso, que no asistiría al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) 2023 en San Francisco, California, por la mala relación entre México y Perú… pero semanas después dijo que siempre sí irá.
Las reacciones internacionales le valen… es más, en su necesidad de cobrar notoriedad, las considera “un timbre de orgullo”.
Ha sido, pues, una política de incoherencias y disparates…
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