GURÚES

Límites emocionales y bienestar personal (parte cuatro)

Establecer límites emocionales sanos es uno de los componentes fundamentales en cualquier tipo de relación, sea romántica, familiar, laboral o de amistad. En términos simples, se parte de la premisa de que para exigir respeto hay que estar dispuesto a mostrarlo. El siguiente paso consiste en llegar a un acuerdo sobre aquellos comportamientos que resultan aceptables e inaceptables para cada una de las partes involucradas.

Kari Trent Stageberg, consejera en relaciones familiares, señala que fijar límites sanos permite delimitar una zona de seguridad psicológica que nos protege de posibles abusos, tanto físicos (violencia corporal) como emocionales (instigar al miedo). El abuso en la relación surge cuando una de las partes intenta ejercer control sobre la otra para que haga aquello que conviene a la primera. Por el contrario, si los límites son razonables y claros, las necesidades, deseos, opiniones, ideas y sentimientos de ambas partes serán respetados y valorados.

Si los límites emocionales son ignorados o pasados por alto, las relaciones se tornan nocivas. Magui Block, una terapeuta mexicana, señala que las relaciones sanas conducen hacia la felicidad. Por el contrario, observa, una relación tóxica “te hace daño, te quita energía y no te deja ir hacia adelante, hacia tus metas”. Este tipo de relación se caracteriza por el maltrato emocional, que se da cuando los comportamientos primordiales se orientan a criticar, avergonzar o culpar con fines de intimidación y control.

De acuerdo con Jackson MacKenzie, especialista en relaciones humanas, los individuos tóxicos exhiben, entre otras, las siguientes conductas: a) cuando son puestas en evidencia sus manipulaciones, no solo las niegan, sino que se hacen las víctimas, b) son incapaces de mostrar empatía, c) se burlan de los sentimientos de los demás.

La persona tóxica suele recurrir también al chantaje emocional. Susan Forward, una terapeuta de grupos, refiere que los chantajistas recurren a amenazas si no se les da lo que quieren: “Te haré la vida difícil”, “te voy a abandonar”, “te voy a retirar el subsidio”, “harás que me cause un daño”. Y si no cedes, te tachan de insensible, egoísta o vengativo. “Los comentarios y el comportamiento del chantajista -apunta Forward- nos llevan a sentirnos desequilibrados, avergonzados y culpables”.

A decir de la mencionada autora, los chantajistas emocionales se clasifican en cuatro grupos: 1) LOS CASTIGADORES: aquellos particularmente agresivos: “Si te divorcias de mí, olvídate de volver a ver a tus hijos”, “si no haces horas extras, dile adiós a tu ascenso”. 2) LOS AUTOCASTIGADORES: advierten lo que les sucederá a ellos si no accedes a sus demandas: “Si me ignoras, me harás que vuelva a beber”, “esto que me haces me enferma”. 3) LOS SUFRIENTES: pretenden hacernos creer que por culpa nuestra se han vuelto unos desdichados: “No me llamas, no me visitas, ¿cómo quieres que me sienta?”. 4) LOS ATORMENTADORES: prometen amor, dinero y otros beneficios si accedemos a sus caprichos, de lo contrario dicen: “Me veré en la necesidad de retirar mis nobles y desinteresados ofrecimientos”.

(Continuará la próxima semana)

Referencias bibliográficas: Block, M. (2022). “Relaciones tóxicas: transfórmate con amor y ¡libérate!”: Alamah. MacKenzie, J. (2015). “Psychopath free: recovering from emotionally abusive relationships with narcissists, sociopaths and other toxic people”: Berkley. Forward, S. (2013). “Chantaje emocional”: Grijalbo.