El discurso oficial que prevaleció durante los últimos cuatro sexenios en Querétaro en relación con el crimen organizado fue el de que no había indicios de su presencia en nuestro territorio; y si se presentaban sucesos que provocaban una gran conmoción social, más allá de los delitos del fuero común, el argumento era que se trataba de “hechos aislados” perpetrados por personas de otras entidades del país…
Las explicaciones giraban también en torno a que las pandillas eran las responsables de los problemas que se suscitaban en algunas zonas y que Querétaro se había convertido en un lugar de paso de la delincuencia de estados vecinos… La entidad y sus habitantes eran pues inmaculados, impolutos e intachables.
Sin embargo, para la actual administración estatal -y ante la política en materia de seguridad de “abrazos no balazos” del presidente López Obrador- resultaría sumamente difícil sostener la línea discursiva de que Querétaro es una isla y de que aquí no se presentan ilícitos de alto impacto; quizá por ello el gobernador Mauricio Kuri se ha enfocado en declarar predominantemente sobre el blindaje de nuestros límites territoriales y la coordinación con autoridades de los tres niveles de gobierno; el equipamiento, la capacitación y la certificación de las policías; con un especial énfasis en que en la entidad se respeta el Estado de Derecho.
Y es que, sí, Querétaro se ubica en la primera posición, por segundo año consecutivo, del Índice de Estado de Derecho en México 2022-2023, de World Justice Proyect; con una puntuación de 0.49 en una escala de 0 a 1, lo que es importante.
Además, otro dato interesante es que las secretarías de seguridad pública municipales difunden ampliamente las detenciones de quienes, para evitar ser puestos a disposición de las autoridades en materia de procuración de justicia por la comisión de diversos hechos delictivos, incurren en cohecho; el mensaje es que, en el estado, la policía no es corrupta, como sí sucede en otros lugares.
De hecho, en el factor 2 del citado estudio, sobre la “ausencia de corrupción”, el estado ha destacado “ya que ha ocupado el primer lugar nacional en las cinco versiones del Índice”, cuyos subíndices abarcan ausencia de corrupción en instituciones de seguridad y procuración de justicia, en el Ejecutivo estatal, en el poder Judicial y en el Legislativo; esto también es significativo y, por ello, es recomendable analizar a detalle la información.
Peeero, en el factor 5, correspondiente a “Orden y seguridad”, Querétaro se ubicó en el lugar 13 a nivel nacional. En los subíndices, se colocó en el séptimo lugar nacional en ausencia de homicidios, con una tasa de 10 por cada 100 mil habitantes; en el octavo, en sensación de seguridad de las personas; y en el ¡26!, en ausencia de crimen… Estas son sus áreas de oportunidad, concluye el análisis.
Asimismo, en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2023 del Inegi, al comparar la tasa de delitos por cada 100 mil habitantes de 2021 con 2022, Querétaro tuvo un incremento (con 35 mil 823) y se posicionó entre las entidades con las tasas más altas (Ciudad de México, con 46 mil 032; Estado de México, con 36 mil 583).
A pesar de esto, y en un acto de honestidad, habría que reconocer que, en comparación con otras zonas del país, aún podemos respirar cierta tranquilidad; sin que esto signifique -subrayo- afirmar que aquí no se cometen delitos… Ahí están los estudios citados y las propias cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Por supuesto, no faltarán quienes cuestionen la aseveración y replicarán que preguntemos a los familiares de las dos mujeres asesinadas en pleno Centro Histórico de Querétaro, por ejemplo; y tendrían razón en invocar esos hechos y también el hallazgo de los ¡9 cuerpos en San Juan del Río!
Y habría que sumar, solo para referir algunos otros casos del 2023: el ataque al módulo de seguridad en Cerrito Colorado, la detención en Corregidora de un presunto integrante del Cártel de Santa Rosa de Lima, los reportes de robo de hidrocarburos, los ponchallantas en la caseta de Palmillas, las detenciones y aseguramientos de drogas en diferentes partes, el fentanilo asegurado en Tequisquiapan, los homicidios en Santa Rosa Jáuregui y en El Marqués, las armas y droga aseguradas en un sinnúmero de cateos, los cuerpos localizados en un rancho en Tequisquiapan, las agresiones y homicidios de policías en diferentes puntos y momentos, las hieleras con restos orgánicos, los homicidios y los robos en plazas comerciales y en restaurantes y los aseguramientos de droga en el Aeropuerto Internacional de Querétaro (AIQ), etcétera.
Precisamente por todo esto referí el cambio en la línea discursiva actual; el país está ensangrentado y van a pasar cosas, ha reconocido el gobernador.
Ante este panorama, el problema ya no es si la realidad nos alcanzó, sino qué harán las autoridades actuales de todos los niveles de gobierno -y las que llegarán- para enfrentar lo que tenemos enfrente; y qué haremos nosotros como sociedad para contribuir a recuperar la paz… si es que eso aún es posible.