Sin respuesta razonablemente lógica…

¡Por más que trato de entender en qué podría beneficiarle a un presidente de la República el que su nombre sea vinculado a una imagen de la Santa Muerte que pide silencio con el dedo y el mensaje de que “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”, no encuentro una respuesta razonablemente lógica!

¿Libertad religiosa?

Él pudo haberse deslindado, pero no lo hizo y optó por apelar a la libertad religiosa…

“Habla de la muerte, pero es la Santa Muerte, no nos metamos en eso, ya tiene tiempo que se resolvió ese asunto en México, antes que en cualquier otro país del mundo y se llama libertad religiosa (…) Debemos ser respetuosos de creyentes y de no creyentes, y eso es el Estado laico, libertad religiosa”.

¿Un “chistorete”?

Sin embargo, 24 horas después de haberse colocado sobre arenas movedizas con esa respuesta, y quizá a manera de control de daños, sus estrategas ¿o él mismo? prefirieron minimizar el hecho y argumentar que se trató únicamente de una especie de “chistorete” plasmado en una playera: “Los voceros de la derecha no tienen sentido del humor, ni tampoco entienden los memes”, dijo durante la mañanera Elizabeth García Vilchis, en la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana”.

¿Pero qué necesidad había de provocar tal controversia, la cual, de inmediato, llevó a que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitiera un comunicado?:

“No podemos ignorar la preocupante realidad que enfrenta nuestra sociedad con la implementación de una cultura de muerte y violencia a través de la narco cultura que se difunde en las redes sociales, imágenes violentas, cultos distorsionados con el de la Santa Muerte y amedrentamientos digitales”, aseveraron los obispos.

Y que el viernes pasado el asunto se discutiera incluso en el Senado de la República, en donde la oposición armó todo un espectáculo, con la enorme manta con la imagen de la playera.

En su visita a México, en 2016, el Papa Francisco mostró su inquietud por “tantos que seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte”.

¿Cortina de humo?

¿Acaso fue una cortina de humo para desviar la atención? De haber sido esa la idea, ¿no le resultará más caro el caldo que las albóndigas, tanto a Andrés Manuel como a la 4T?

Y es que, en abril del 2005, la Secretaría de Gobernación canceló el registro como asociación religiosa a la Iglesia Católica Tradicional Mex-USA, por “desviar gravemente los fines establecidos en sus estatutuos” al promover entre sus feligreses el culto o devoción a la Santa Muerte y desviarse del objeto de la asociación, que era “conservar la liturgia de la Santa Misa Tridentina”.

Y aunque hay quienes sostienen que esta iglesia “perdió su registro por razones doctrinales, no legales” -como Roberto Garcés Marrero en su artículo “La institucionalización del culto a la Santa Muerte. El caso de la Iglesia Católica Tradicional (ICT)”, en donde describe “los avatares de un culto popular que intenta instalarse en la matriz simbólica y legal de una sociedad que lo considera marginal y criminógeno”- habría que preguntar: ¿es redituable políticamente vincular la figura de López Obrador con la Santa Muerte, en un país en el que -según el Panorama de las Religiones en México (INEGI, 2020)-, de una población total de 126 millones 014 mil 024 personas, 97 millones 864 mil 218 son católicos?

¿No les caería el veinte acerca de cuántas, de las 30 millones de familias mexicanas que aseguran reciben cuando menos un Programa para el Bienestar, son católicas?

Según Alejandro Díaz Domínguez, en “¿Votó la ciudadanía religiosa por AMLO en 2018? Un análisis empírico”, “Morena no sólo se convirtió en un partido atractivo para su tradicional electorado de izquierda, sino también para católicos observantes, lo que le permitió a AMLO ganar las elecciones mediante la construcción de una coalición más amplia entre los votantes seculares y católicos religiosos” ¿y entonces por qué meterse en camisa de once varas?

¿Culto al narcotráfico?

Por otro lado, ¿qué utilidad puede tener para un movimiento político el que se le relacione con un culto asociado al narcotráfico, en un país en el que han muerto miles de personas por la guerra contra las drogas?, y en donde el propio presidente ha acusado una campaña para relacionarlo con el crimen organizado? ¿no es atizarle más al fuego?

¿Un acto de intimidación?

Ahora bien, si el objetivo es intimidar y amenazar para evitar críticas al presidente, ¿no es increíble que el titular del ¡Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano!, Jenaro Villamil, y el propio partido del presidente lo repliquen?, ¿es como kafkiano, no?, ¿o exceso de cinismo?

¿Contra la diversidad sexual y de género?

¿Qué puede aportarle a Morena difundir, en medio de la lucha por los derechos de la diversidad sexual y de género, un mensaje que resalta lo que implica ser “un verdadero hombre”?

De plano, no le encuentro la cuadratura al círculo…

El dolor incomprendido…