Urge en el país que, en la sociedad en general, permee una cultura de legalidad y surja en la colectividad la convicción de que ajustar su comportamiento a las normas jurídicas pemite que haya orden, estabilidad y paz social.

A propósito del tema, y como un mero ejemplo, quisiera compartir una experiencia que tuve hace unos días, cuando osé subir a la red social “X” la imagen de un negocio ubicado en la esquina de Madero y Juárez, en el centro de la ciudad de Querétaro, en cuyo exterior estaban colgados, en paneles de alambre y en la propia herrería de la puerta, ¡más de 40! maniquíes exhibidores con blusas de dama, camisas para caballero y rebozos; además de sombreros, mandiles, bolsas y abanicos. También en el piso había artesanías y un bote con paraguas.

Acompañé la fotografía con el siguiente mensaje: ¿Por qué permiten estos horrorosos tendederos en el Centro Histórico?

Y si bien recibí un sinnúmero de comentarios que coincidían con mi apreciación y cuestionaban a la autoridad por no aplicar el marco jurídico en la materia, fue realmente sorprendente la cantidad de personas que recurrieron, de entrada, a la agresión personal (lo menos que me dijeron fue “perra clasista”) para enseguida justificar el hecho.

“Ya siéntese señora, deje que la gente trabaje y se gane la vida honradamente, a ustedes los prianistas solo les importa la imagen, no el fondo, todo es querer aparentar que no hay inseguridad en Querétaro, que no hay pobreza en Querétaro, que todo es perfecto. Cuando no es así”, “Sera por qué es el único ingreso que tiene esa familia? talvez por qué eyos paga por la renta de ese espacio? será por qué están generando ingresos para Querétaro? Sera por qué no es ni la mitad del espacio que ocupan muchas terrazas? (sic)”, “Es la fachada de su local, tienen todo el derecho a ponerlos, es su propiedad”, “Es una fuente de ingresos de ellos? Porque cuestionan el que la gente tenga su mercancía a la vista?, al contrario se les debería de apoyar”, fueron algunos de los mensajes.

Además de estos otros: “Imagino que porque la gente tiene que comer y los salarioa ain bajos y nadie quiere un sueldo bajisimo, sera por eso (sic)”, “Porque está pagando impuestos, la renta de un local, y posiblemente generando empleos… Ah, y lo más importante, porque seguro tiene clientes… De cuando a acá la ropa es ‘horrorosa’?”, “Y a ti en qué te afecta? No que el ‘respeto al derecho ajeno, es la paz’ entonces?”.

Dos días después, en la misma red, el Director de Inspección del municipio de Querétaro publicó un mensaje en el que dijo: “Se atendió el reporte por parte de la Dirección de Inspección, atendiendo instrucciones @qromunicipio @MartinArango @LuisBNava y gracias a la información brindada por @malenahj”, e incluyó una imagen del mismo negocio, ya sin la mercancía en el exterior.

Paralelamente, el secretario de gobierno municipal, Martín Arango García, anunció una segunda etapa del ordenamiento en el Centro Histórico para mejorar la imagen en la zona (la primera fue concentrar a los artesanos en el Mercado Artesanal para evitar el ambulantaje), que implica meter en cintura también al comercio organizado. El funcionario reconoció que habrá protestas e inconformidad.

Evidentemente, la colocación de mercancía afuera de un negocio en una zona de monumentos históricos inscrita por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad obliga al cumplimiento de un marco jurídico adicional al que ya de por sí están sujetos los establecimientos mercantiles en cualquier municipio del país, pero los comerciantes parecen no estar ni informados ni convencidos del tema… al igual que quienes escribieron los mensajes antes citados.

La asociación “México Unido contra la Delincuencia” sostiene, con base en el concepto del académico Roy Godson, que la cultura de la legalidad “es el conjunto de creencias, valores, normas y acciones que promueve que la población crea en el Estado de Derecho, lo defienda y no tolere la ilegalidad”.

Pedro Salazar Ugarte, en “Democracia y (cultura de la) legalidad” se pronuncia, no por una legalidad a secas o autoritaria, sino basada en el consenso y orientada hacia el respeto de los derechos fundamentales individuales: “tendremos que apostar por una cultura de la legalidad democrática en la que la legitimidad de las normas camina de la mano con su cumplimiento”, sostiene.

“Es decir, más allá del contenido de las normas jurídicas, de la tradición jurídica a la que pertenecen, existe un elemento cultural que fortalece o debilita la observancia de las normas por parte de sus destinatarios. Esto es a

lo que llamo, propiamente, cultura de la legalidad”, puntualiza.

El reto es pues, insisto, hacer que surja en la colectividad la convicción del respeto al Estado de Derecho…

Malena Hernández

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