Hace cuatro años, los médicos le detectaron un tumor cerebral a Sundas Hashmi, una consultora de negocios de 37 años. Después de ser sometida a una operación que llevó como propósito extirparlo, recibió una noticia buena y una mala. La buena era que el tumor había sido removido en su mayor parte; la mala fue que se trataba de un cáncer cerebral y que el tumor volvería a crecer.
Hashmi narró este pasaje de su vida el lunes pasado, en un artículo de su autoría en “The Washington Post”, en el que también confiesa: “He aprendido a vivir sabiendo que hay una bomba de tiempo en mi cabeza”. Si bien su padecimiento se mantiene hasta ahora estable, este dato no resulta del todo alentador, ya que su hermano Fawad falleció por idénticas causas en 1998.
En esta serie me he referido profusamente al diálogo interno, esa vocecita que escuchamos en nuestra cabeza. Uno pensaría que, con toda razón, la voz interna de Hashmi se caracterizaría por la desilusión y la falta de esperanza. Y, sin embargo, no es así. “Siempre hay un lugar para la inocencia y el asombro –comparte en su testimonio escrito–, así como para el amor y la belleza… Es una agradable sorpresa comprobar que, por lo menos para mí, las maravillas del momento presente resultan más que suficientes” (mi traducción).
¿Cuál es el secreto de Sundas Hashmi para sostener una actitud inspiradora y una voz interior ejemplar a pesar de sus predicamentos? Elizabeth Scott, una promotora de salud mental, identifica una serie de factores que mantienen a flote el diálogo interno positivo, a los que Hashmi seguramente recurre para fortalecerse.
MANTÉN A RAYA TU VOZ INTERIOR NEGATIVA: aprende a detectar si tu voz interna quiere hacerte sentir desamparada y, si es así, detenla de inmediato.
PONLE UN NOMBRE A LA VOZ EN TU CABEZA: como comentaba en una entrega pasada, yo bauticé a la mía como Raulito, de manera que si se pone pesimista, simplemente le digo: “A ver, Raulito, no se te olvide que están pasando más cosas buenas que malas en tu vida, así que bájale dos rayitas a tu pesimismo”.
NEUTRALIZA TU NEGATIVIDAD: en vez de dramatizar las cosas diciéndote “Mi supervisor es un regañón de primera, ¡ya ni la friega!”, exprésalo así: “No es fácil darle gusto; sin embargo, no tengo por qué engancharme”.
CUESTIONA LO QUE LA VOZ NEGATIVA TE DIGA: si te dice “para no variar, la volviste a regar”, respóndele: “A mí no me vengas con teatritos, creo en mí mismo, aunque te cueste trabajo aceptarlo”.
Si te haces al hábito de llevar a la práctica las sugerencias para un diálogo interno positivo aquí presentadas, tu salud y bienestar personal saldrán beneficiados. Scott enumera las siguientes ventajas: 1) Un sistema inmunológico más sano, 2) reducción de molestias y dolores, 3) salud cardiovascular continua, 4) mejoramiento de la salud mental, 5) autoestima más alta, 6) incremento de la vitalidad, 7) mayor satisfacción de vida, 8) reducción del estrés, 9) bienestar físico elevado, y 10) aumento en las expectativas de vida.
En conclusión, en tus manos está el hacer de tu voz interior una aliada que te apoye y acompañe en todos y cada uno de los momentos de tu vida, o un juez severo que se empecine en recordar tus limitaciones y señalar repetidamente tus fallas. Tú decides.
Referencias bibliográficas: Hashmi, S. (2024). “There’s a ticking time bomb in my head. I’m learning to live with it.” The Washington Post, edición del 11 de agosto. / Scott, E. (2023). “The toxic effects of negative self-talk.” www.verywellmind.com