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septiembre 16, 2024

Por qué se arruina una relación de pareja (parte 2)

Nada iguala a las canciones románticas en la tarea de retratar las vicisitudes del amor. Estas capturan, por un lado, la magia del enamoramiento: “Yo por ti cruzaría el mar, / porque eres tú / la persona con quien yo quiero estar, / contigo para siempre, pa’ la eternidad” (“Enamorado”, Los Aptos); y saben encapsular también el doloroso rompimiento: “¿A dónde fue el amor que nos brindamos? / ¿A dónde fue la magia que hubo aquí? / ¿A dónde fueron a parar los besos que nos dimos / y los sueños que juntos construimos?” (“A dónde fue el amor”, Javier Vásquez).

Jean-Claude Chalmet, un terapeuta de parejas, identifica los nueve hábitos destructivos en una relación amorosa. Abordé ya los tres primeros: a) Burla y desprecio, b) desaprobación y crítica, c) aplicar la “ley del hielo”. Se distinguen, en conjunto, por el escarnio, el cuestionamiento y el distanciamiento emocional. Una frase atribuida a la Madre Teresa capta con asombrosa precisión su perturbadora esencia: “Una de las peores enfermedades consiste en no ser nadie para ninguno”.

Sin embargo, los frutos amargos de las relaciones de pareja nos acompañan desde la época de los bisabuelos. Elizabeth Jones Towne, una escritora nacida en 1865, acertadamente escribió: “No creo que los matrimonios desdichados puedan ser considerados ‘un error’, ya que el desdén de los cónyuges parte del desprecio mutuo. Son como niños malcriados que lloran y patalean. Al rehusarse a enfrentar sus problemas, se van distanciando en su inútil afán de encontrarle fallas al otro” (mi traducción).

HACER MENOS A LA PAREJA. El cuarto hábito destructivo en las relaciones de pareja consiste en menospreciar sistemáticamente al cónyuge, atentando así contra su dignidad. Para Chalmet, es una especie de ‘bullying’ que erosiona la relación en forma paulatina. En vez de soportar estoicamente el abuso verbal, conviene que la víctima se arme de valor y tome el control de su vida: “No te permitiré que me hables de esa manera. Date cuenta de la manera ofensiva en que me dices las cosas”.

AUSENCIA DE CONFIANZA EMOCIONAL. Si uno de los cónyuges no se siente emocionalmente seguro, la confianza será la primera en salir volando por la ventana, pues no se siente validado por su pareja. El quinto hábito nocivo se manifiesta de manera pasiva-agresiva, ya que, en vez de admitir que me siento herido, preferiré que sea mi cónyuge quien se sienta así. Como podemos ver, esta es una manera sumamente inefectiva de intentar recuperar el control.

COMUNICACIÓN ROTA. Refiere Chalmet que muchas de las parejas que acuden a él en busca de ayuda reconocen que su comunicación está rota desde tiempo atrás. Si es el caso, tal vez ya ni siquiera haya intimidad sexual. ¿Posibles soluciones? Preferentemente, confesarse uno al otro cómo se sienten, siempre y cuando lo hagan con el máximo respeto. En un acto de valentía, ella le hará ver a su pareja que se siente acosada o rechazada por su actitud, palabras o acciones, sabiendo que es posible que su contraparte quizás no se encuentre lista para admitir falla alguna, en cuyo caso le echará en cara lo “injusto” de la acusación. Y, sin embargo, valdrá la pena intentarlo, pues no queda más por perder.

Daré cuenta de los hábitos nocivos restantes la próxima semana.

Referencias bibliográficas: Jones Towne, E. (1904). “Happiness and marriage”. Universidad de Chicago. / Maxted, A. (2024). “Are you a sulker, a critic or a nag? The 9 bad habits that ruin relationships”. The Times (Londres). Edición del 23 de Agosto.

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