GURÚES

Por qué se arruina una relación de pareja (parte 5)

¿Qué los llevó a ti y a tu pareja a tomar la trascendental decisión de acompañarse juntos en la vida? ¿Qué parte de la ecuación fue el amor que sentían uno por el otro? ¿Y qué es el amor, a todo esto? Muchos de nosotros probablemente nos conformaríamos con describir el amor como un bello sentimiento. Sin embargo, si acudimos a los expertos que se proponen entender los vínculos humanos, estos lo definen en términos más precisos.

Es el caso de Robert Sternberg, profesor de la Universidad de Yale, quien define el sentimiento amoroso como el conjunto de emociones y valores que conforman una relación. En su Teoría Triárquica del Amor, referencia obligada en numerosos estudios, identifica sus tres componentes básicos: pasión, intimidad y compromiso. La pasión es la atracción, principalmente de carácter sexual, sentida hacia el ser amado; la intimidad es la cercanía emocional surgida de la conexión con él o ella, y el compromiso se finca en la decisión mutua de construir una relación.

Y, sin embargo, llega a pasar que el amor acaba, como tuvo a bien recordárnoslo el añorado “Príncipe de la Canción”. Lo cierto es que las causas del colapso de una relación amorosa son múltiples y variadas. Matthew McKay, doctor en psicología clínica y autor del libro “Couple skills” (habilidades de pareja), identifica una profusa retahíla: distanciamiento emocional, enojo, críticas e insultos, sentimientos no expresados, conflictos no resueltos, sensación de inequidad e injusticia, alejamiento gradual, malos entendidos, expectativas no cumplidas, escucha insuficiente, sentimientos de culpa, negatividad, desilusión y desencanto.

Para remediar estas calamidades cuando se presentan, McKay aconseja, ante todo, una sana comunicación. “Saber escuchar -señala- es la habilidad de comunicación más importante si se trata de proteger la intimidad, pues permite la sintonía de pareja” (p. 16, op. cit., mi traducción).

La capacidad de escuchar permite prevenir y evitar barreras como las siguientes: especular que mi pareja quiso decir tal o cual cosa, en vez de enfocarme en realmente escucharla; ensayar lo que voy a responder en cuanto se me dé la oportunidad de hablar; escuchar solo lo que me conviene e ignorar el resto; si me hago a la idea de que la otra persona es irremediablemente negativa, poca apertura tendré para entenderla; pretender que estaba escuchando cuando echo a volar mis pensamientos; en vez de atender las peticiones planteadas, dar consejos no solicitados: “Mira, si quieres que salgamos adelante de esta situación, yo te recomendaría que primero te hagas cargo de tus notorias carencias e inseguridades”.

Para concluir esta entrega, comparto varias acciones que coadyuvan a mejorar la comunicación de pareja, sugeridas por Marcus Kusi, un consejero matrimonial autor de varios libros sobre el tema: a) no subir el tono de voz pensando que de esa manera seré mejor escuchado; b) intentar ver la situación desde la perspectiva del otro; c) dejar de pretender que todo está bien cuando no es así; d) si no queda claro lo que estoy diciendo, procurar expresarlo de otra manera; e) si llegamos al punto en que no nos estamos escuchando, retomar la conversación cuando nos encontremos más tranquilos.

(Continuará la próxima semana)

Referencias bibliográficas: Kusi, M., Kusi, A. (2015). “Communication in marriage: how to communicate with your spouse without fighting”. Estados Unidos: Our Peaceful Family. / McKay, M. (et al.) (2006). “Couple skills”. Estados Unidos: Harbinger.