Se cumplió el primer mes de gestión de la presidenta.
Poco a poco se han ido haciendo los cambios esperados y en algunos casos necesarios en las dependencias federales, lo que incluye aquellos en la titularidad de las oficinas de Comunicación Social.
Afortunadamente se fueron ya personas que solo estorbaron o que se destacaron por sus actitudes autoritarias pensando que su cargo sería eterno.
En algunos casos, los cambios siguen en proceso, en otros, se han dado enroques, y en otros más, han llegado personas procedentes de la iniciativa privada y que tendrán su primera experiencia como jefes de Prensa.
Estos cambios son relevantes, porque estas posiciones son a veces el primer contacto entre el gobierno y la prensa en este ejercicio de informar y rendir cuentas.
Sin embargo, los cambios de personas no sirven si no hay una política de comunicación social.
Durante el sexenio anterior, los titulares de Comunicación Social de muchas secretarías de Estado fueron meros floreros cobrando salarios superiores a los 100 mil pesos mensuales… floreros muy caros.
Eran meros nombramientos que no cumplían con su labor de facilitar el trabajo de periodistas, porque siempre estaban a la espera de instrucciones por parte del supervocero presidencial, Jesús Ramírez.
La Vocería de Presidencia era la única que autorizaba entrevistas y concentraba la revisión y aprobación de todos los comunicados de prensa de todas las dependencias federales.
El ejemplo más absurdo fue durante la pandemia por Covid-19. Usted recordará que todos los días, a las 19:00 horas, había una conferencia de prensa para informar sobre el estado de la emergencia sanitaria. Pues durante ese periodo, los comunicados de prensa eran enviados a media noche a las redacciones.
Un absurdo.
Hasta ahora la política no ha cambiado. Todo está ralentizado y el discurso institucional sigue concentrado en Palacio Nacional. De hecho, tengo tres solicitudes de entrevista pendientes de atender.
De nada van a servir las y los nuevos funcionarios de Comunicación Social si todo seguirá controlado desde la oficina de la Presidencia.
Una cosa es tener un solo mensaje institucional y una estrategia de comunicación gubernamental, y otra muy diferente es perpetuar el control discursivo que impuso López Obrador y que terminó afectando la capacidad informativa de cada dependencia de gobierno, sobre todo cuando no tenían ni siquiera la capacidad de dar certeza a “los otros datos” y las mentiras del expresidente.
PD. En Radio Educación comenzaron a pagar por el trabajo realizado en el mes de septiembre, pero la emisora no ha dado garantías de pago correspondientes a los meses de octubre, noviembre y diciembre.
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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo Hoy” que se transmite los martes a las 13:05 hrs., por Radio Educación.